domingo

sin SENTIDO

Domingo, seis de la mañana.

Entro en el metro tras un largo paseo desde una isla pirata y me siento. Me invade la sensación de una vida ajena de las rodillas para abajo.

Un joven aparece dominando el andén, saluda a un desconocido compatriota del andén de enfrente con amabilidad y se sienta a mi lado.
Tranquilamente saca de su mochila una roida edición del HOLA! y empieza a buscar con celeridad. Abre una página tras otra, cruza y descruza las manos apresurado, como si de esa nueva y misteriosa ventana fuese a aparecer un tesoro.
El primer sonido del tren le pone en alerta y se levanta al toque de diana, apartando con desprecio la revista, ahora extraña para él. Se sube en el andén contiguo y prosigue mi viaje.

Frente a mi, al sentarme, dos chavalas de zapatos llamativos se rebaten superficialmente la una a la otra. El doble lenguaje de las palabras y los gestos; lo bueno en el aire resulta tenso en el rostro.
A un lado, una chica con gafas de sol se reconoce detalle a detalle en el espejo de la ventana. Mientras escribo, las chicas de zapatos cantosos chapurrean en inglés absurdo y pijo, españolizan y anglosajonan, sazonan y ridiculizan a amigos y extraños.

PRÓXIMA ESTACIÓN ... ESTRECHO! Atención, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén.

Un hombre preocupado se baja. Parece tener un sitio al que ir.

-Wake up! it's the morning- dice una de las ahora estúpidas chavalinas de zapatos horribles. Parece que se levantan! Vivimos cerca.

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo