miércoles

sello


12m

Ayer se manifestó un joven de 80 años, paseaba sus canillas en silencio a buen ritmo San Bernardo abajo. Ayer una dama había salido con su pancarta de cartón y su bastón de madera a clamar por todos. Ayer se manifestó una madre de la mano de su hija; ella nunca descolgó su brazo del cielo, ella nunca perdió la mano de su madre, ella era sindrome de down y coreaba sin descanso el no nos representan. Ayer rodaban cómodamente los ruedines de los carritos de los infantes indignados. Ayer olía a futuro, ayer volaba la alegría y tronaban los motivos, el ambiente era todo impulso y tardó en apagarse el sol. 
De repente, un esputo del pasado, un cordón policíaco, una mirada lasciva que destacaba entre la masa, la mirada de lo ajeno, lo incomprensible, lo que se aleja del mejor de los orgullos y de la mayor de las éticas. La negación de la conciencia colectiva.
Al menos ayer, mi mente se sintió acompañada de otras mentes. Al menos ayer, saqué mi alma enquistada.
Ahora, intento adormecerla por lo que viene, ahora intento hacer trueque de equipaje tan obsoleto como es el sentido común, con ese adorno que se llama esperanza. (Y maldito el día que esa palabra quedó presa de belcebú).

Balcón al sur

Postrado estás, como la tarde. El sol
es un guerrero herido al que delata
su refulgente casco entre los árboles.
No tardará en llegar otro verano,
su lentitud te acerca a la memoria,
ese juego de luces y de fugas
que la ansiedad propicia. Esta naranja
descompuesta y manchada que es el día
te somete. Y los niños del jardín,
ajenos, te han devuelto con sus voces
un esplendor secreto, y en tus manos
descubres ese hueco donde hubo
algo extraño, y muy cierto, aquel sabor
que no consigues nunca concretar,
mas es intenso y te arrebata al fin.

Has sido siempre el corredor de fondo,
y las renuncias pesan, son las tardes
perdidas al cuidado de ese hombre
que hoy quisieras ser, Está sin nadie
la casa, y el balcón cercano al mar.
En grupo, alegres, pasan los muchachos
por las calles, parece que esperan
un raro paraiso que no llega
pues aún les acompaña, aunque lo ignoren.
Tú te asomas, recuerdas las mujeres
que ahora ellos desean, noches, bocas,
estrategias fallidas de tus manos,
y la vida que nunca se alejó.
Pero también esperas la fortuna,
quizá de otra manera, pues la intuyes
espléndida y vulgar como los días
que con su aspecto pobre te engañaron,
y la sabes aquí, y es un guerrero
herido, y esta calma, y este ardor
callado y soportable ante las cosas,
y este pasar mediocre de los años.

(Vicente Gallego, publicado en la Revista Litoral nº180)

domingo

y soñar con la alegría



Por la mar chica del puerto
andan buscando los buzos la llave de mi recuerdo.
Se le ha borrado a la arena la huella del pie descalzo
pero le queda la pena y eso no puede borrarlo

Por la mar chica del puerto,
el agua que era antes clara se está cansando de serlo,
a la sombra de una barca me quiero tumbar un día
y echarme todo a la espalda
y soñar con la alegría

Por la mar chica del puerto
andan buscando los buzos la llave de mi recuerdo.
Se le ha borrado a la arena la huella del pie descalzo
pero le queda la pena y eso no puede borrarlo

Por la mar chica del puerto el agua se pone triste
con mi naufragio por dentro.

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo