miércoles

12m

Ayer se manifestó un joven de 80 años, paseaba sus canillas en silencio a buen ritmo San Bernardo abajo. Ayer una dama había salido con su pancarta de cartón y su bastón de madera a clamar por todos. Ayer se manifestó una madre de la mano de su hija; ella nunca descolgó su brazo del cielo, ella nunca perdió la mano de su madre, ella era sindrome de down y coreaba sin descanso el no nos representan. Ayer rodaban cómodamente los ruedines de los carritos de los infantes indignados. Ayer olía a futuro, ayer volaba la alegría y tronaban los motivos, el ambiente era todo impulso y tardó en apagarse el sol. 
De repente, un esputo del pasado, un cordón policíaco, una mirada lasciva que destacaba entre la masa, la mirada de lo ajeno, lo incomprensible, lo que se aleja del mejor de los orgullos y de la mayor de las éticas. La negación de la conciencia colectiva.
Al menos ayer, mi mente se sintió acompañada de otras mentes. Al menos ayer, saqué mi alma enquistada.
Ahora, intento adormecerla por lo que viene, ahora intento hacer trueque de equipaje tan obsoleto como es el sentido común, con ese adorno que se llama esperanza. (Y maldito el día que esa palabra quedó presa de belcebú).

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo