sábado

lluvia oblicua

El maestro agita la batuta,
y lánguida y triste la música irrumpe ...
Me recuerda mi infancia, aquel día
en que jugaba junto al muro del huerto
lanzándole una pelota que por un lado tenía
el deslizar de un perro verde, y por el otro
un caballo azul corriendo con un jockey amarillo ...

Prosigue la música, y he aquí que en mi infancia
de pronto entre el maestro y yo, muro blanco,
va y viene la pelota, ora un perro verde,
ora un caballo azul con un jockey amarillo ...

Todo el teatro es mi huerto, mi infancia
está en todos sitios, y la pelota viene tocando música,
una música triste y vaga que pasea por mi huerto
vestida de perro verde que se vuelve jockey amarillo ...
( Tan rápido gira la pelota entre los músicos y yo ... )

La lanzo contra mi infancia y cruza
todo el teatro que tengo a mis pies
jugando con un jockey amarillo y un perro verde
y un caballo azul que aparece por encima de un muro
de mi huerto ... Y la música lanza pelotas
a mi infancia ... Y el muro del huerto está hecho de gestos
de batuta y rotaciones confusas de perros verdes
y caballos azules y jockeys amarillos ...

Todo el teatro es un muro blanco de música
por donde un perro verde corre detras de mi saudade
de mi infancia, caballo azul con un jockey amarillo ...

Y de un lado a otro, de derecha a izquierda,
desde donde hay arboles y entre las ramas junto a la copa
con orquestas tocando música,
hasta donde hay filas de pelotas en la tienda donde la compré
y el hombre de la tienda sonrie entre los recuerdos de mi infancia ...

Y la música cesa como un muro que se derrumba,
la pelota rueda por el despeñadero de mis sueños interrumpidos,
y desde lo alto de un caballo, el maestro, jockey amarillo que se vuelve negro,
agradece, posando la batuta sobre la fuga de un muro,
y se inclina, sonriendo, con una pelota blanca encima de la cabeza,
pelota blanca que le desaparece hombros abajo ...

VI , poemas interseccionistas , Fernando Pessoa

miércoles

por encima de la ciudad



Marc Chagall

domingo

acefalia ( Julio Cortazar )


sin SENTIDO

Domingo, seis de la mañana.

Entro en el metro tras un largo paseo desde una isla pirata y me siento. Me invade la sensación de una vida ajena de las rodillas para abajo.

Un joven aparece dominando el andén, saluda a un desconocido compatriota del andén de enfrente con amabilidad y se sienta a mi lado.
Tranquilamente saca de su mochila una roida edición del HOLA! y empieza a buscar con celeridad. Abre una página tras otra, cruza y descruza las manos apresurado, como si de esa nueva y misteriosa ventana fuese a aparecer un tesoro.
El primer sonido del tren le pone en alerta y se levanta al toque de diana, apartando con desprecio la revista, ahora extraña para él. Se sube en el andén contiguo y prosigue mi viaje.

Frente a mi, al sentarme, dos chavalas de zapatos llamativos se rebaten superficialmente la una a la otra. El doble lenguaje de las palabras y los gestos; lo bueno en el aire resulta tenso en el rostro.
A un lado, una chica con gafas de sol se reconoce detalle a detalle en el espejo de la ventana. Mientras escribo, las chicas de zapatos cantosos chapurrean en inglés absurdo y pijo, españolizan y anglosajonan, sazonan y ridiculizan a amigos y extraños.

PRÓXIMA ESTACIÓN ... ESTRECHO! Atención, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén.

Un hombre preocupado se baja. Parece tener un sitio al que ir.

-Wake up! it's the morning- dice una de las ahora estúpidas chavalinas de zapatos horribles. Parece que se levantan! Vivimos cerca.

jueves

más suavemente

Recuerdo que hace tiempo,
creo que antes de nacer,
cuando las horas perdidas
llegaban al amanecer
no habia que cumplir promesas
el cansancio era de placer
las lagrimas eran de risas
y parece que aun fue ayer.
En los amigos creia
y en palabras de mujer,
en Dios, patrias y banderas
y en el diablo tambien,
en leyes familia y escuela
y, claro tambien en El Rey
Voy recordando mentiras
y parece que aun fue ayer.
Cuantas ilusiones,
traje a este mundo al reves.
Que perdiendo una al dia
creo que aun me quedan dos o tres.
Sin fe
que triste un final sin fe.
Cansado ya de perder
pensando en lo que la vida
pudo haber sido y no fue.
La noche ya se gasto
el sueño empieza a caer
los recuerdos son cenizas
y parece que aun fue ayer.
El dia del viento llego
la esperanza ya se fue
o nacemos fracasados
o se fracasa despues.
La vida ya se gasto
el tiempo empieza a caer
los dias estan contados
y parece que aun fue ayer.
Cuantas ilusiones,
traje a este mundo al reves.
Que perdiendo una al dia
creo que aun me quedan dos o tres.
Sin fe
que triste un final sin fe.
Cansado ya de perder
pensando en lo que la vida
pudo haber sido y no fue.
La noche ya se gasto
el sueño empieza a caer
los recuerdos son cenizas
y parece que aun fue ayer.


Los suaves

suavemente

Si pudiera
a la tienda de los sueños
ir a comprar
con poco dinero
todo lo que hasta ahora
pude ganar
y si allí vendieran
billetes para el tren
de... "otra oportunidad"
encargaría
un "ticket" de ida
a la estación perdida
donde mi vida
fue a descarrilar.
Si pudiera
desde aquel momento
volver a empezar
ilusiones
castillos de arena
en el fondo del mar
esperanzas
asi que... ¿eso es todo?
se me pasó el tiempo
se ya tarde
tengo miedo de irme
a la sombra del cielo
me queda tan poco
y tanto que arreglar.
¿Quien no hizo alguna vez
locuras por una mujer?
¿Quien no quiso alguna vez
algo que no pudo tener?
¿Quien no hizo alguna vez
promesas a una mujer?
¿Quien no hizo alguna vez...?
Si pudiera...
Si pudiera
desterrar de mí
la esperanza de verte
y olvidarme
de todo aquello
que no se puede cambiar
despedidas
si quieres un recuerdo
te regalo mi pena
y esta noche
duermo solo y quizás
te encuentre en mis sueños
que es donde solo
te puedo encontrar.
Si pudiera
pasear por las calles
sin hacerme preguntas
y en la noche
escuchar a la luz
en la oscuridad
¿qué me has hecho?
me quitaste la vida
sólo pienso en la muerte
y esta noche
los pasos se hunden
en el aire negro
ladran las estrellas
llora la ciudad.
¿Quien no hizo alguna vez
locuras por una mujer?
¿Quien no quiso alguna vez
algo que no pudo tener?
¿Quien no hizo alguna vez
promesas a una mujer?
¿Quien no hizo alguna vez...?
Si pudiera...
Los suaves

martes

domingo

[ tí tú ]

Me gusta la gente que lleva ropa rara al despertar por la mañana. Colores que no combinan, camisetas rotas, calcetines blancos...parece que se despiertan en un país extranjero y buscan desesperadamente una cabina telefónica.
Me alivia pensar que aún hay gente que sale a la calle sin móvil y que van andando al cine.
Hay veces que te piden la hora y hay veces que te miran tiernamente al pasar.
Muy en el fondo me gustan las miradas lascivas de los viejos cuando camino rauda; me pregunto qué será de mi cuando pase mi tiempo en el mundo, me imagino sentándome al sol.
Creo que la mejor muerte sería morir contemplando una buena vista mientras el sol te tuesta las canillas. Quizá por eso los viejos copen los bancos de mi calle; estaré en lo cierto!
Lo mejor de quedarse despierto es la música. La música de madrugada suena distinta, te cala más.
De madrugada es todo radical; te quedas o te vas a dormir a casa, le sonries o le aborreces, te sientes bien o vomitas, te ciega la luz o no ves ni tus propios pasos...hay algo radical en la oscuridad: hay más certezas y más misterios.
El tiempo se alarga, no hay porque subir la persiana.
Lo que más me gusta de las noches de entrega es el primero de tantos instantes en blanco. La primera vez, de tantas, en que me bloqueo. Me quedo quieta y vivo ese instante a conciencia. Me planteo si acabaré la entrega o no, si me dará tiempo a esto o aquello. Y lo que más me gusta es que siempre se me cuela una imagen de alguien...en ese instante vuelvo a la realidad y prosigo...el sonido hueco del ratón vuelve y yo con él.
Ahora voy a dormir, que ya ha amanecido....

Enfado regio y preocupación real

FERNANDO SAVATER
EL PAÍS 16/11/2007


Desde pequeño he tenido propensión -sea de modo optativo o voluntario, pero siempre fatal- a meterme en líos. Quizá por eso siento una cierta comprensión y hasta simpatía por quienes ocasionalmente incursionan en el mismo proceloso territorio: ¡bienvenidos al club! En el ya celebérrimo incidente de Santiago (ocurrió en Chile, recuerden ustedes, y no en YouTube, capital virtual del globalizado universo que habitamos), no puedo remediar inclinarme irracionalmente a favor de quienes allí más se liaron: es decir, el presidente Chávez y nuestro Rey. En el contexto demasiado cauto y cancilleresco de la Cumbre, sus estentóreos tropezones me resultan más familiares y hasta tonificantes que la "lengua de madera" manejada por la mayoría de los demás.

La función de arbitraje del Rey en América será ahora más improbable
La justicia no es ajuste de cuentas, como parece suponer Chávez
Sin embargo, consideradas más objetivamente, hay poco que celebrar en ambas intervenciones. La más excusable es sin duda la del Rey, lógicamente caldeado por el comportamiento provocativo y grosero del insoportable Chávez, que más allá de otras consideraciones políticas es un pelmazo de marca mayor. Lejos de manifestarse con la arrogancia de quien se cree superior, el exabrupto de don Juan Carlos pecó más bien de excesivamente llano y coloquial: dijo lo que en cualquier asamblea de su comunidad le espeta un vecino a otro cuando se está poniendo borde y no deja hablar a los demás. Quizá fue el tuteo que empleó lo que puede chirriar más en algunos oídos iberoamericanos. En España el tratamiento de tú no sólo es una prerrogativa regia no reversible, sino un uso frecuentísimo entre colegas a todos los niveles (no digamos en el País Vasco, donde nos tuteamos urbi et orbi fraternalmente aunque nuestra fraternidad sea la de Caín y Abel), pero en varios países americanos es raro hasta entre parientes próximos. En cualquier caso, se trata de una reacción humanamente muy comprensible aunque poquísimo adecuada en lo institucional. Hasta ahora, el Rey había desempeñado un papel oficioso y casi paternal de cabeza histórica de la Commonwealth latinoamericana, lo que le permitía ejercer ocasionales labores útiles de mediación y arbitraje en algunos conflictos dentro de ella. Esa función será ya mucho más improbable, por no decir imposible, a partir de ahora. España pierde así una vía de influencia en América y América se queda sin una posible herramienta de conciliación democrática.
El indudable lío en que chapotea Chávez -sea o no consciente de ello- viene en realidad de más atrás y es mucho menos justificable. Por supuesto, como él mismo se encargó de recordar, es un jefe de Estado ni más ni menos que nuestro Monarca. Pero también es un demagogo (mucho más calculador y menos espontáneo de lo que creen quienes le juzgan superficialmente) que mezcla denuncias sociales razonables con un antiimperialismo de manual descatalogado. Como su retórica exige siempre un imperio opresor para encubrir la deficiencia de soluciones concretas a los problemas que señala, en los foros donde no está presente Estados Unidos -el Satán por antonomasia- revive el espectro de la España colonial y exterminadora para que no decaiga la furia tonante que de él espera su afición. De modo que Aznar no sólo es ya un fascista sino una fiera sanguinaria de apariencia humana. Esta recuperación de los dicterios zoomórficos recuerdan los felices tiempos en que los estalinistas tildaban a Sartre de "hiena dactilógrafa" y a los demás ni digamos. La verdad es que si alguien tiene un bagaje biográfico poco adecuado para tildar a nadie de "golpista" es el señor Hugo Chávez. Y tampoco está nada claro que le disgusten los aspectos más absolutistas e irresponsables de la monarquía: a juzgar por la reforma política que va a someter a referéndum próximamente (reelección indefinida, concentración en sus manos de los poderes económicos del país, plenos poderes para reprimir a la oposición o a los disidentes, partido único, etcétera), da la impresión de que aspira a convertirse no ya en un rey al modo parlamentario europeo actual, sino en un émulo de Luis XIV. Las recientes imágenes de sus pistoleros en la universidad persiguiendo a los estudiantes nos recuerdan a los más viejos episodios del pasado que desembocaron en la matanza de Tlatelolco. Ya veremos cómo acaba lo que tan mal camino lleva.
Lo verdaderamente más serio y triste de todo este asunto no es la supuesta "humillación" sufrida por España (¡cuánto patrioterismo barato segregamos a la menor provocación!), sino el fracaso de una cumbre iberoamericana que tenía como objetivo principal mejorar la condición social de tantas personas desfavorecidas y marginadas -doscientos y pico millones- en ese continente. El día que llegó a la reunión, Chávez dijo que no le gustaba el lema oficial "por la cohesión social" y que prefería hablar de justicia. Estoy de acuerdo con él -probablemente la España franquista o el actual Singapur son Estados bastante "cohesionados" y no me parecen modelos apetecibles-, pero siempre que aclaremos suficientemente la noción de justicia que manejamos. Porque la justicia no es solamente mejorar las estructuras sociales, los servicios públicos y la redistribución de riqueza (para todo lo cual es imprescindible una fiscalidad efectiva y alejada de recetas neoliberales), sino también recuperar una plena justicia política que asegure la participación de todos, evite los autoritarismos más o menos encubiertos y conceda a la oposición parlamentaria un reconocimiento que la redima de su actual condición de, digamos, deporte de riesgo. La justicia no es el ajuste de cuentas, como parece suponer el mandatario venezolano. En particular, la justicia en América Latina pasa primordialmente por luchar contra el cáncer peor de esas democracias, la corrupción, enquistado letalmente en México, Argentina y otros países pero ahora más presente que nunca en Venezuela: ahí tiene el presidente bolivariano una tarea que acometer en el tiempo que le deje libre su batalla contra el imperialismo... En la Cumbre desperdiciada, los Gobiernos progresistas podrían haber demostrado que es posible una lucha coordinada por la justicia que no responde a la simpleza populista representada sobre todo por Chávez, aunque no por otros gobernantes tachados apresuradamente de "populistas" demagógicos desde la derecha sólo porque se preocupan prioritariamente de la cuestión social. Creo que el presidente Zapatero intentó decir algo en esta línea en su intervención anterior al rifirrafe tan comentado, pero lo hizo con un estilo cauteloso de imprecisión algo cantinflesca (quizá en otros momentos más privados tuvo ocasiones de mayor acierto).
Los objetivos de justicia a conseguir fueron bien expresados por la presidenta Bachelet en su notable discurso inaugural (lástima que luego como presidenta de las sesiones no demostrara el mismo tino). Y sin duda no son éstos asuntos que se resuelvan con demostraciones folclóricas indigenistas como las que abundaron en la cumbre alternativa: porque la cuestión estriba en tratar a los indígenas plenamente como a ciudadanos y no a los ciudadanos como a indígenas. Sobre todo, es preciso evitar una recaída en la tentación violenta y guerrillera de la vieja izquierda latinoamericana, de cuyo rebrote no faltan indicios ante la desesperante lentitud de las necesarias reformas sociales y políticas. Si entre el beaterío izquierdista europeo el culto de latría a Che Guevara, el Rambo bueno de los pobres, aún sigue vigente -como hemos comprobado hace poco- qué no será en regiones de América que no conocen como emblema de la democracia "moderna" más que las tarjetas de crédito y los campos de golf...
Si yo pudiera recomendar algo a quienes se preocupan de veras en nuestro país por los hermanos de Iberoamérica -de la que formamos parte, no lo olvidemos- les diría que leyesen El olvido que seremos (editorial Seix Barral), del buen escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. No sólo es una obra bella y profundamente conmovedora, no sólo es una necesaria lección sobre temas hoy de moda entre nosotros como la educación cívica y la relación entre memoria personal y memoria histórica, sino también un insustituible testimonio de la lucha por la democracia, la razón ilustrada y la tolerancia en países que nos resultan tan próximos y queridos. Ahí verán ustedes cómo se genera y retroalimenta la violencia asesina, cuál ha sido el papel de la Iglesia católica y cuánto heroísmo han demostrado quienes durante tantos años lucharon sin armas contra las armas... y por la justicia. Cosas que siguen pasando, desdichadamente, y requiriendo nuestro compromiso, de modo que, sintiéndolo mucho, no podemos entretenernos más en rifirrafes pintorescos entre jerifaltes, sean más o menos respetables.

De sterrennacht



Tras una humareda retorcida y rocosa
que se desata al chocar con el viento
se esconde una ciudad dormida.
Y a lo lejos; azules.
Un estallido de sentimientos
sobre los que flotan
las estrellas, la luna
y los remolinos de viento.

Para Gaba. Otoño 1992 (una poesía de la pequeña paula ... para un trabajo del colegio)

nuevos problemas de planeamiento

Ahogada me empapo en un instante,
fijo. En mi tiempo que palpita,
y rota de espanto en soledad
busco entre respiraciones tu mirada.

Siento estrujarme en mi mañana
y su gozo se resbala entre mis huecos
cogiendo a retazos ciertos mimos
tontos quizá; perdidos entre verdades.

sábado

ENTREVISTA: ÉLIE BARNAVI Historiador

"Occidente es la única civilización que duda y se cuestiona a sí misma"
JOSÉ ANDRÉS ROJO - Madrid - 15/12/2007

En tiempos de corrección política y de blandura moral, Élie Barnavi ha publicado un panfleto. Desde la misma advertencia, que sirve de prólogo a las poco más de 100 páginas de Las religiones asesinas (Turner), habla de guerra, llama a la acción, señala al enemigo, exige romper esta tibieza y anomia que caracteriza a las sociedades occidentales actuales, y procura sacudirlas para que tomen conciencia de que corren malos tiempos para la libertad. Defender el laicismo frente a la emergencia y belicosidad de los fundamentalismos religiosos violentos ya no es sólo una opción recomendable. Es una urgencia: lo que está en juego es el porvenir de nuestros hijos.

Nació en Bucarest en 1946, emigró a los 15 años a Israel, estudió allí Historia y Ciencias Políticas. Ha sido embajador de Israel en Francia entre 2000 y 2002 y director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Tel Aviv. Autor de numerosos libros de análisis político, es ahora director científico del Museo de Europa de Bruselas y con su reciente panfleto ha vendido ya en Francia 26.000 ejemplares. Recuerda con admiración, por su lucidez para vislumbrar el futuro, a Malraux, que dijo que "el siglo XXI será religioso o no será" y afirma con rotundidad que empiezan a estar en juego nuestras libertades. "No me gusta referirme a la libertad en abstracto, prefiero hablar de libertades. La de ir y venir, la de hablar de cualquier cosa, la de pensar lo que quieras, incluso la de hacer caricaturas ofensivas. Todo eso está en peligro".
"Quizá sea un peligro que ahora resulta todavía difuso", añade Barnavi. "Pero lo mismo pasó el siglo pasado cuando irrumpieron el nazismo o el comunismo. Los fundamentalismos religiosos que se convierten en ideologías políticas totalitarias tienen exactamente el mismo peligro". Y hay que defenderse. ¿Cómo? Reivindicando lo que es propio de Occidente, el laicismo, la democracia, los derechos humanos, la herencia de la Ilustración.
Las religiones asesinas tiene un tono pedagógico, y al tiempo exigente. Son nueve tesis. Cada una de ellas pretende profundizar en las distintas cuestiones que han saltado al debate público desde que la amenaza del terrorismo islamista se fue concretando en su diabólica cadena de atentados. No hay una sola religión, comienza explicando, son muchas y en ellas hay distintas iglesias y corrientes. Cualquier religión es política, tiene vocación de poder. Poco a poco va afinando y se centra en las tres grandes religiones, las que tienen un corpus de textos sagrados a los que referirse. Trata de los fundamentalismos de cada una de ellas que, en principio, podían quedarse en meras curiosidades. Y va llegando al grano: hay un momento en que determinados fundamentalismos se convierten en revolucionarios. Consideran que tienen derecho de servirse de la violencia para imponer su lectura de los textos sagrados a los impíos. Quieren conquistar el poder, imponer su verdad, borrar toda disidencia.
"Lo que ha ocurrido en el mundo árabe-musulmán es que se ha revelado incapaz de conquistar la modernidad", comenta Barnavi. "Ha probado en distintos lugares y momentos el laicismo, el socialismo, el nacionalismo... Nada terminó de funcionar bien. Así que ha vuelto la vista atrás, hacia su gloria pasada, y han decidido convertir su religión en ideología de combate. No hay margen para otras cuestiones, la religión se convierte en el único referente, y no hay diálogo posible".
Barnavi reconoce que, del mismo modo que el fundamentalismo islamista ha ido ganando adeptos, también en Israel hay sectores que reniegan del talante secular que fue dominante al principio del sionismo, y adoptan posiciones mesiánicas y radicales. "El catolicismo, en cambio, ya no puede ser hoy un fundamentalismo revolucionario. Lo fue, y de qué manera, en tiempos de Felipe II con la Liga Santa. Pero con el tiempo, y con la separación entre Iglesia y Estado que se consiguió gracias a la influencia de la Ilustración, es inconcebible que pretenda imponer su verdad de manera totalitaria. Bush puede recurrir a la religión para apoyar su causa, pero no es comparable con Bin Laden, que ha hecho del islam un arma totalitaria".
Barnavi llama la atención sobre la tentación de simplificar. "La mayor parte de las víctimas del fundamentalismo islamista son los propios musulmanes", dice. Le obsesiona, sobre todo, la actitud de Occidente. "Es la primera civilización que aprende a dudar y a cuestionarse a sí misma. Y a veces parece que dimite, que es incapaz de defender sus valores. Por eso hay que buscar un acuerdo de todos en torno al laicismo, y luchar por las libertades que tanto costó conquistar".

viernes

gran tute


jueves

Los Monegros, tierra de espías y casinos

REPORTAJE
El Gobierno de Aragón firma el macroproyecto de levantar 32 salas de juego en el desierto - Supone el triple de inversión que la T-4 de Barajas
NATALIA JUNQUERA - Zaragoza - 13/12/2007


No pudo ser en Dubai, no pudo ser en Francia, pero va a ser en el desierto de Los Monegros. De la arena surgirán 32 casinos, 70 hoteles, 232 restaurantes, 500 comercios, un campo de golf, un hipódromo, una plaza de toros, un cámping, réplicas de las pirámides egipcias, de los templos romanos y hasta una del Pentágono que servirá de hotel para Spyland, un parque temático sobre el espionaje. Se llamará Gran Scala y necesita una inversión de 17.000 millones de euros para convertir el desierto en una tierra de espías y tragaperras. Es más del doble de lo que se invirtió en Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992 y casi cinco veces el presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente en 2007. Será el segundo complejo de casinos más grande del mundo tras Las Vegas.

Además del dinero, también hará falta cambiar la ley del juego (que autoriza un máximo de un casino por provincia), recalificar 2.025 hectáreas de terreno, y llevar agua, tendido eléctrico y redes de saneamiento hasta Los Monegros, hasta ahora un desierto al uso, es decir, vacío. El Gobierno aragonés y los promotores confían en llenarlo con 25 millones de visitantes por año a partir de 2015, es decir, más de la mitad del total de turistas que recibió España en 2006. "Va a ser el primer destino turístico de la Península", declaró ayer uno de los inversores.
El Gobierno de Aragón dio ayer el definitivo sí quiero a ILD, el grupo de 12 inversores extranjeros (australianos, británicos, franceses, libaneses, americanos...) que promueven el proyecto. Lo hizo en su propia sede, en un fastuoso acto al que invitó a 700 operadores y 180 periodistas. "Hoy es un día importante para Aragón. Gran Scala es una enorme esperanza, un éxito. Un concepto nuevo que atenderá a millones de familias de todo el planeta. No podíamos dejar pasar la oportunidad", explicó ufano el vicepresidente de Aragón, José Ángel Biel, primero en subir a la tribuna. "No somos una comunidad condenada al pesimismo", añadió.
Le siguieron en la tribuna seis de los 12 promotores de Gran Scala, entusiasmados inversores que iban dando paso a vídeos con música techno y representaciones en 3D en las que se veía algunos de los futuros habitantes de esta ciudad: hombres de cromañón, faraones, griegos, romanos, mayas, samuráis... En total, habrá 16 periodos históricos cada uno con dos museos, dos hoteles y dos casinos, ambientados hasta la última consecuencia en la época. ILD estima que convivirán en el parque unas 100.000 personas. "Esto va a ser el escaparate de Aragón ante el mundo, el relevo de la Expo", despidió el presidente, Marcelino Iglesias.
Tras la presentación, corría el champán y era indisimulable la euforia. "Yo me pido el casino de los faraones"; "de eso nada, ese me lo quedo yo, para ti los romanos", bromeaban, quizá, dos empresarios bebiendo cava.
Todos sonreían, menos Izquierda Unida, el único grupo que se opone al macroparque y que hoy pedirá una reprobación en el Parlamento aragonés. "Parece que somos los aguafiestas, los cenizos, pero todo esto nos parece una barbaridad", lamentaba Adolfo Barrena, coordinador general de IU en Aragón. "Resulta que vamos a la cumbre del cambio climático y quedamos todos en que sí, en que hay un problema y hay que hacer cosas, reducir las emisiones, etc, y a la vuelta ya aprobamos un proyecto que va en la dirección contraria. Es una locura".

Una droga mortal

Me fui poniendo ciego con la vida
porque me fue gustando,
lo confieso.

Enamorarme de sus trucos más viejos:
las tardes, los paseos,
las citas en los bares,
comer fuera de casa,
charlar con los amigos,
probar lo prohibido,
amar sin compromiso,
liarme y desliarme.

Tener sueños de gloria
y utopías de una existencia mejor,
más razonable.
Gritar contra lo injusto
y ponerme del lado
del que no es nadie.

Había un no sé qué
por cargar lo que me echaran,
comerme el mundo
en un instante
y tropezar tantas veces
en la misma piedra.

Con el paso del tiempo
me ido quitando
de muchos de esos vicios,
de todo aquello que ya es necesario
y que es casi todo.

Por la borda he tirado
manías y prejuicios,
ambiciones que no valen la pena.

A pesar de los años
no me he desenganchado
de esta droga tan dura
que es vivir con un tiempo prestado
mientras el deseo me mata.

Francisco M. Ortega Palomares

el madrid más olímpico que nunca


LAVAPIES OLIMPICO 2007

VECINOS DE LAVAPIÉS PROMUEVEN ‘UNAS OLIMPIADAS’
PARA DENUNCIAR CON HUMOR LOS MALES DEL BARRIO

Un grupo de vecinos de Lavapiés ha puesto en marcha una campaña de denuncia, lúdica y participativa, que pretende usar el humor para denunciar los muchos males que en su opinión asolan el barrio. Mediante la ironía y la complicidad, quieren hacer reflexionar a autoridades, vecinos y visitantes acerca de las carencias de su entorno.
¿Cómo? Tras seleccionar una quincena de “situaciones habituales en el barrio que son rechazadas por el vecindario y malas para la convivencia” (desde la venta de droga al abandono institucional, la especulación inmobiliaria o el vandalismo), han convertido esas actitudes en disciplinas deportivas, con logotipo y nombre incluido, y ahora invitan a toda la gente a elegir el “deporte-rey” del barrio.
Los vecinos protestan así contra “hábitos incívicos” como las meadas en la vía pública (“meada estilo libre”), los escupitajos (“lanzamiento de babas”) o la falta de cuidado del espacio público (“destrozo olímpico” y “tiro al árbol”) que practican algunos ciudadanos, pero también señalan con el dedo a aquéllos que practican la carga y descarga de manera lesiva contra el vecindario (“descarga olímpicamente”) y se revelan con mucha ironía contra los visitantes que hacen un uso insolidario de las ofertas de ocio que tiene el barrio. Las disciplinas deportivas “canto a través” y “100 metros abraza” van dedicados “a aquellos que no entienden que divertirte en Lavapiés no significa montar serenatas de tambores y trifulcas a las 3 de la mañana”, apuntan.

La delincuencia y la venta de droga son dos de las dianas que concentran buena parte de las quejas.
En opinión de estos vecinos, en Lavapiés son habituales el “trapicheo con relevos”, el “tripe delito
mortal” y la “esgrima urbana”, así como el “levantamiento de bolsos”, cuatro de los deportes-estrella
del barrio. La vivienda (“decatlón especulativo” y “desahucio sincronizado”) también genera malestar
en Lavapiés, aunque la principal destinataria de las denuncias vecinales es la autoridad pública.
Según los vecinos, la “burocracia acrobática que ha estado practicando el Ayuntamiento hacia Lavapiés
durante años es la causa de que el barrio hoy esté como está”.
La intención de los vecinos no es señalar a personas ni a colectivos, sino “rechazar actitudes incívicas,
insolidarias y contrarias a la convivencia” e “invitar a la reflexión ciudadana” mediante el humor.
“No es una campaña montada contra nadie, sino dirigida a hacer pensar a la gente. Nosotros mismos,
como vecinos o visitantes habituales, a veces somos responsables de buena parte de nuestros males.
Lavapies es un barrio crítico, diverso en todos los sentidos, con identidad, dónde la mayoría de vecinos
viven y conviven en armonía. Un barrio con un sentimiento colectivo que hace que la gente no pase
y se implique en su mejora, dándo como resultado campañas como esta, movilizaciones y mesas de
trabajo. Lavapiés importa, y en especial a los vecinos, porque somos parte de él.
Con esta campaña invitamos a todos los vecinos y visitantes: jóvenes, mayores, vecinos de toda
la vida, vecinos recien llegados y visitantes… a ser más conscientes sobre las actitudes y actividades
que no ayudan a la buena vida de barrio. Invitamos a la gente a tomar conciencia de la necesidad de
cuidar nuestro barrio y rebelarnos contra aquello que destroza nuestra convivencia. Del mismo modo,
exigimos a las autoridades y a los responsables públicos que cuiden y mimen Lavapiés como
se merece”, afirman.

Más información:
vecinosdelavapies@gmail.com - vecinosdelavapies.org


miércoles

martes

Eterna sombra

Yo que creí que la luz era mía
precipitado en la sombra me veo.
Ascua solar, sideral alegría
ígnea de espuma, de luz, de deseo.

Sangre ligera, redonda, granada:
raudo anhelar sin perfil ni penumbra.
Fuera, la luz en la luz sepultada.
Siento que sólo la sombra me alumbra.

Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.
Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo,
dentro del árbol de los imposibles.

Cárdenos ceños, pasiones de luto.
Dientes sedientos de ser colorados.
Oscuridad de rencor absoluto.
Cuerpos lo mismo que pozos cegados.

Falta el espacio. Se ha hundido la risa.
Ya no es posible lanzarse a la altura.
El corazón quiere ser más de prisa
fuerza que ensancha la estrecha negrura.

Carne sin norte que va en oleada
hacia la noche siniestra, baldía.
¿Quién es el rayo de sol que la invada?
Busco. No encuentro ni rastro del día.

Sólo el fulgor de los puños cerrados,
el resplandor de los dientes que acechan.
Dientes y puños de todos los lados.
Más que las manos, los montes se estrechan.

Turbia es la lucha sin sed de mañana.
¡Qué lejanía de opacos latidos!
Soy una cárcel con una ventana
ante una gran soledad de rugidos.

Soy una abierta ventana que escucha,
por donde va tenebrosa la vida.
Pero hay un rayo de sol en la lucha
que siempre deja la sombra vencida.


Miguel Hernandez

l é o l o

No intento recordar las cosas que ocurren en los libros.
Lo único que le pido a un libro es que me inspire energía y valor.
Que me diga que hay más vida de la que puedo abarcar.
Que me recuerde la urgencia de actuar.

. . .

Solo encuentro momentos verdaderamente felices en la soledad.

Mi soledad es mi palacio. Ahí tengo mi silla, mi mesa y mi cama, mi viento y mi sol.
Cuando estoy sentada fuera de mi soledad estoy sentada en el exilio, estoy sentada en un país engañoso.

. . .

Porque sueño, yo no lo estoy
Porque sueño, yo no estoy loco

. . .

"El domador de versos cree que las imágenes y las palabras deben quemarse en las cenizas de los versos para renacer en la imaginación de los hombres..."

. . .


Porque sueño, yo no lo estoy
Porque sueño, sueño,
Porque me abandono por las noches a mis sueños, antes de que me deje el día.
Porque no amo,

porque me asusta amar,
ya no sueño,
ya no soy.

. . .

A tí; la dama. La audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio.
Tú; que atormentas mis noches cuando no se que camino de mi vida tomar, te he pagado cien veces mi deuda.


De las brasas del ensueño solo me quedan las cenizas de una sombra de la mentira que tú misma me habías obligado a oír. La blanca plenitud no era como el viejo interludio y sí una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí y que no me dejo más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad.

. . .

E iré a descansar,
con la cabeza entre dos palabras
al valle de los avasallados.

lunes

Historia de una escalera mestiza


REPORTAJE: La vivienda en Madrid Multiétnicos
Un edificio de Tetuán refleja la mezcla intercultural de Madrid
JUANJO ROBLEDO - EL PAÍS - Madrid - 10/12/2007


Un centenar de vecinos, más de la mitad extranjeros. Un edificio de Tetuán ejemplifica la diversidad que la inmigración ha traído a la capital. Este reportaje inicia una serie que buscará los espacios de la no siempre fácil convivencia

En el número 18 de la calle de Goiri, en Tetuán, hay nuevos olores, nuevos acentos, músicas que se filtran por las puertas y suben la escalera. Antes de la cena, los aromas de lentejas y cocidos se mezclan con el hervor de un sancocho caribeño o un guiso africano. El edificio tiene 32 pisos y cerca de 100 habitantes, y más de la mitad son extranjeros.
"En los patios caen condones, compresas...", se queja un vecino "Si no te acercas, no vas a saber cómo es la otra persona", dice otro
Tetuán es el distrito con mayor población inmigrante de Madrid (20%). Allí las calles viven una rápida metamorfosis con la llegada de los nuevos vecinos atraídos, en parte, por los pisos que va dejando la población mayor. La mudanza ha traído colores pero también roces. Eso se nota en las miradas de desconfianza cuando se encuentran en la escalera. A pesar de que sea un chico dominicano quien le ayuda a una anciana madrileña a subir la compra.
"Nunca habíamos visto algo así. En los patios caen condones, compresas, cigarrillos y una vez un par de cuchillos... ¡Y el portal! La gente llega tarde, no tiene las llaves y hala, rompe la puerta. La hemos tenido cerrada con un destornillador", comenta el madrileño Paco, presidente de la comunidad, desde el vestíbulo del edificio. A su lado pasan tres chicos mulatos y el hombre desvía la mirada. De un bajo sale Manuel Ronquillo, ecuatoriano, quien ha ido trayendo a su familia desde Ecuador. "Llevo ocho años en España. Estoy a gusto. Aquí se tiene libertad, no es como en otros países que te piden papeles todo el tiempo", señala mientras mira con complicidad al presidente. Manuel es uno de los afectados por la lluvia de objetos.
Alguien intenta abrir el portal. Es la madrileña Carmen Míguez, una de las habitantes más antiguas del edificio y además presidenta de la Asociación de Vecinos de Tetuán. Temas como inmigración y convivencia se abordan constantemente en la entidad. "Más que racistas somos clasistas. Odiamos la pobreza porque la asociamos a la suciedad o a la falta de educación. Yo siempre pregunto: ¿invitarías a cenar a Lola Flores? Y ¿a un gitano?", señala. Un vecino le comenta que duerme mal por el ruido que sale de un bar latino contiguo. Su gesto cambia. "Vamos a ver, yo no puedo poner un flamenquito a tope porque me vuelvo pesada. Y no es porque sea salsa o merengue, es una cuestión de respeto. Antes tuvimos una whiskería de toda la vida y nos tocaba ver cada cosa...", agrega mientras sube la escalera.
Desde abajo se aprecia la trenza que dibuja la barandilla hasta la última planta. Se escuchan pisadas sobre madera vieja, puertas que se abren y se cierran, voces. La chilena Marcela Manubens, dinamizadora vecinal en Tetuán del programa Madrid Convive del Ayuntamiento, lleva 15 años visitando escaleras similares. "En Madrid, la gente se roza, no es como otras ciudades europeas. He visto ancianas madrileñas que de repente hablan con una mujer inmigrante y sus hijos. Ella necesita compañía y para ellos podría ser una abuela sustituta. El caso de las mujeres inmigrantes que cuidan a ancianos españoles es muy significativo. Cuando la persona muere es como si se les hubiera muerto un familiar. Hay quejas por ruido y temas similares que podrían subsanarse si simplemente se le diera una explicación al que llega. Pero es más fácil enfadarse que ponerse en el lugar del otro", explica.
El piso del dominicano Guillermo Sánchez parece una isla caribeña que flota entre paredes naranja, carteles de paisajes alpinos y música ranchera. "Me encantan los mariachis, el que canta es Cuco Sánchez, un mexicano", comenta en la sala de su hogar. "El primer año como inmigrante es muy duro. Todo es diferente y más para uno que ya tiene una edad (50 años). Sin embargo, uno sobrevive. Madrid tiene cosas muy buenas: trabajo, salud, educación", comenta mientras sube el volumen del estéreo. Su rostro luce satisfecho. En alguna ocasión le han golpeado la pared para que baje la música. "Es gente mayor que protesta por todo", dice entre dientes. En los dos años que lleva en la ciudad no ha hecho amigos españoles, su vida transcurre entre la construcción y las rancheras que le esperan en casa.
"Me regreso a mi tierra en tres años. Ellos se quedan", señala mientras mira a la menor de sus siete hijos. Ella, aclara, sí ha hecho amigos: una niña ecuatoriana y un niño marroquí. A veces compiten para ver quién sube o baja las escaleras más rápido.
A la madrileña Carmen, de 54 años, quien vive una planta más abajo, la algarabía le recuerda su propia juventud en el edificio. "Nos conocíamos todos, podíamos entrar en cualquier casa. Lo más parecido a un extranjero era un catalán. Casi te sabías la historia de todos, había tres prostitutas. Lo sé porque intercambiaba novelitas rosa con una de ellas", recuerda. Frente al balcón de su piso se abre una explanada donde construyen un aparcamiento subterráneo.
"Tiraron los edificios. En ellos llegué a ver familias hacinadas en sótanos. Dicen que todos los españoles se iban al extranjero con contrato pero es mentira, un tío mío y su esposa cruzaron a Francia sin papeles y con su bebé escondido en una caja", comenta de camino al piso de una vecina: Marta Díaz, de 74 años. En su pequeña cuadrícula las pisadas en la escalera se amplifican como una cascada. "Hay gente mayor que está regresando a sus pueblos porque tiene miedo. Yo no soy racista, pero ha llegado gente muy maleducada. Dicen que viven dos en un piso cuando en realidad hay diez. Manchan todo y ni siquiera te saludan", comenta con voz baja. Salvo un chico, que de vez en cuando le ayuda a subir la compra. "Ni siquiera sé cómo se llama", agrega escéptica. Cuando ve las pateras en la tele, imagina que un día los españoles tendrán que irse a otro lado.
"Todos tenemos derecho a vivir pero francamente cada vez somos más", subraya. Hace poco, se llevó una sorpresa con un médico que le atendió: era negro. "Yo no le dije que no me tocara ni nada por el estilo. Pero es diferente, ha venido a trabajar con un contrato", agrega.
En los talleres que se coordinan desde la asociación de vecinos, se trabaja para cerrar la brecha de desconocimiento entre ambos lados. "Si no te acercas nunca vas a saber cómo es la otra persona. Hay muchos estereotipos sobre la inmigración, mucha alarma desde los medios de comunicación. Es necesario establecer un diálogo porque hay situaciones latentes, como el racismo. Actualmente, desarrollamos el proyecto Historia e Historias de Tetuán, en el que miramos las diferentes fotografías que ha tenido el barrio, entre ellas la actual con la inmigración. Además, recordamos a la gente y muchos llegaron de otros puntos de España", explica la dinamizadora vecinal.
Esa nueva fotografía está cubierta de carteles inverosímiles (Chiquitín de los Andes, El Vaquero del Amargue, Los Pasteles Verdes), de peluquerías caribeñas, de locutorios, de bares en los que viejos y nuevos vecinos coinciden en un partido del Real Madrid. En el número 18 de la calle Goiri se resume esa realidad. En el portal, una pareja de jóvenes discute: Gema es madrileña y Joel dominicano. Él se queja de que algunos vecinos le miran con desprecio. Ella le dice que también es española y que nunca le ha mirado así.

gran tute




sábado

La destrucción o el amor

VICENTE VERDÚ
EL PAÍS - Sociedad - 01-12-2007


Hace muchos años pasé varias noches en una playa de Cádiz junto a una amante bellísima. Además de ser una mujer muy hermosa poseía una inteligencia y una delicadeza cruciales. Amaba, seguramente, con la médula del corazón y por ello le gustaba repetir que deseaba vernos unidos hasta la ancianidad, enamorados con achaques y canas. Obviamente, yo no osaba contradecirla.Un día fuimos, sin embargo, a cenar en una plaza de Barbate y, mientras ojeábamos la carta, vinieron a sentarse a nuestro lado una pareja de esposos adentrados en los sesenta. Ella parecía muy vivaz mientras el marido, relativamente silencioso y aturdido, se dejaba conducir de su mano. Esa fue mi primera y única observación porque, colocados a mi espalda, dejé pronto de tenerlos en cuenta. Fue, sin embargo, mi pareja que no cesaba de observarlos quien me indicó, guiada por su ilusión de compartir amorosamente el fin de las existencias, la escena encantadora que se desarrollaba entre ellos. La mujer le estaba dando la sopa acercando esmeradamente la cuchara hasta sus labios y él, tras una pausa, sorbía. Me volví para contemplar esa estampa que tanto admiraba mi amante y asistí, sin quererlo, al trance en que él no entreabría los labios de acuerdo a la cadencia establecida y ella, ya impaciente y desbordante de ira, exclamaba: "¡Abre la boca, cabrón!".
No deseé realizar deducción alguna en aquel instante pero esa escena histórica no ha dejado nunca de removerse en mi interior. ¿Pueden amarse los cónyuges después de treinta o cuarenta años? ¿Cabe presagiar la permanencia o el renacimiento de algún idilio en la relación? Todo es presagiable, mientras nada parece probable.
La inmensa mayoría de los matrimonios largos adquieren un rencor recíproco que constituye el reiterado nutriente de su comunicación. No se separan para agredirse más cerca ni tampoco se concilian para evitar embalsamarse en una estabulación sin porvenir. ¿Los hijos? En la violenta serie de Telecinco Escenas de matrimonio no hay hijos porque precisamente con ellos la permanente agresividad hallaría un punto de fuga que mitigaría la destrucción.
Sólo un hijo, un adultescente de 30 años, trasmutaría la agresividad en agresividad desplazada y orientaría ese mal oscuro en direcciones diversas que atenuarían la hostilidad. Un adultescente en casa no es sólo, como se acepta a primera vista, un malherido social, un joven sin empleo, sin vivienda y sin misión. La oculta función que el adultescente desempeña en el equilibrio social es casi equivalente al desequilibrio que se reconoce abiertamente.
Sin ese hijo de por medio los padres se matarían entre sí como, en efecto, ocurre en múltiples casos de la mal llamada violencia de género. Y no morirían, como se ve, asesinados unos y suicidados otros, por la supuesta violencia machista sino por la criminalidad inscrita en la relación. ¿O puede creerse que un varón de 70 años, a menudo en silla de ruedas, mata a su mujer por una razón más poderosa que la doble e insufrible cadena perpetua que se infieren?
Un hijo en casa distrae la relación conyugal, colabora al soporte del yugo e impide la mutación del hogar en su hoguera. A los adultescentes, en fin, hay que reconocer el benéfico efecto de su prolongada presencia, su grado de absorción de impactos, su continua provisión de argumentos y entretenimientos contra la conspicua inclinación a matar.
Cuando los adultescentes dejen algún día de anidar en los hogares las escenas de matrimonio acentuarán su paso a la hecatombe, como de hecho ocurre en los países del norte de Europa. Todo matrimonio encierra en sí una explosión mortal. Unas veces se llega a tiempo de desmontar el artefacto y, otras, una extraña salvaguarda divina amortigua el destrozo. Pero cuando ni la presencia del artificiero ni la presencia alargada del hijo están al quite, será mejor, cuanto antes, quitarse de en medio.

El triunfo del libertinaje

Durante el franquismo, las autoridades nos aseguraban que no había que confundir la libertad con el libertinaje. La mayoría optamos entonces por el libertinaje, que por estar menos recomendado resultaba mucho más prometedor. En cuestiones de vida privada siempre he seguido fiel a esa elección temprana, aunque la merma de facultades haga poco a poco que mi libertinaje sea meramente rememorativo y virtual. Por el contrario, en el terreno político, cada vez tengo más claro que el libertinaje es en efecto un serio enemigo de la verdadera libertad... aunque desde luego por razones democráticas que no tenían curso legal en el franquismo.

¿Qué es el libertinaje? El término viene de los libertos en Roma: esclavos emancipados que sin amo eran incapaces de autodominio ni respeto voluntario a las normas de la decencia. Hoy quizá sea interesante rescatarle de la moral (o del puritanismo) y llevarlo a la política. Los libertinos ejercen sus libertades públicas en la sociedad sin pensar nunca en ella como un conjunto institucional que debe armonizar la libertad de todos. Ven claros los deseos de su grupo (no son individualistas predatorios, sino más a menudo rebaños individualizados) pero no las exigencias de la convivencia general. Escribió Leo Strauss que la pregunta política por excelencia es "¿cómo conciliar un orden que no sea opresión con una libertad que no sea licencia?" y su respuesta debe ser la educación. En España, con nuestros diecisiete planes de estudio diferentes le hubiera querido yo ver...
En las democracias, los grupos que forman la comunidad estatal suelen provenir de diferentes genealogías étnicas, con tradiciones distintas. De modo que la Ilustración propuso basar la unidad armónica de los ciudadanos en las normas presentes y futuras que podían compartir, no en los rastros del pasado distintos para cada cual. Como no eran iguales su memoria o su folclore, deberían serlo sus derechos y deberes (porque estos últimos atienden a lo común de todos, por encima de los caprichos atávicos que enfrentan a las banderías). Según este criterio, la libertad cívica es la proyección conjunta de opciones y garantías para todos los socios, mientras que el libertinaje es la obstinada reivindicación de la peculiaridad que no puede generalizarse ni comprende la virtud de lo general. Pues bien, mirando a nuestro alrededor no hay más remedio que reconocer el triunfo del libertinaje sobre la libertad. En Bélgica, en Kosovo, en Palestina, en Bolivia y en tantos otros lugares, el único vínculo social que parece contar es el de la genealogía étnica o histórica (sin otra alternativa que el fanatismo religioso, a menudo aún peor): los derechos cívicos compartidos sin apellidos culturales o ideológicos resultan abstracciones que a nadie contentan. Los mestizos, por numerosos que sean ... harán bien en ir eligiendo secta antes de que sea demasiado tarde.
El ascenso triunfal del libertinaje político es particularmente notable en España. En todos los países que conozco, las leyes se promulgan tras un contraste de pareceres y debate parlamentario para marcar la directriz común a seguir. Pero entre nosotros las leyes no zanjan las polémicas, sino que las originan: que si deben cumplirse siempre o sólo en ciertos casos (hemos inventado la ley opcional, gran novedad), que si aquellos a los que no les gustan deben acatarlas, que si su aplicación depende de cómo marcha la política en cada momento, etcétera. Vean lo que pasa con las banderas en los edificios públicos, por ejemplo. Hay alcaldes que justifican no exhibirlas porque no se pueden "imponer los sentimientos" a nadie. Pero... ¿qué tienen que ver los sentimientos aquí? La bandera es un símbolo del orden constitucional, que cada cual puede "sentir" como le peta pero todos tenemos que acatar. Si yo veo una cruz roja en una puerta no es preciso que me emocione pensando en Henri Dunant y su humanitario invento suizo: lo importante es que ahí encontraré fármacos y asistencia médica cuando la precise. La bandera en un edificio público indica que ahí se está al servicio de la Constitución y por tanto al mío como ciudadano. Si sólo expresara un arrebato patriótico congestionado, el primero que pediría no izarla sería yo. Tiene razón el PNV al señalar que no es lo mismo poner la bandera en el País Vasco que en otras partes: es mucho más necesario en el País Vasco, porque ahí la Constitución y por tanto la ciudadanía está más amenazada que en ningún sitio.
En el terreno educativo, para qué contar. Cualquier pretensión de que el Ministerio intente aunar criterios escolares para el país es visto como una injerencia estatal intolerable en la libertad de los padres y de las autonomías, síntoma de un totalitarismo aprendido en Mussolini o Mao Tsetung. De modo que la Educación para la Ciudadanía es una imposición sobre las conciencias salvo que se adapte en cada caso al ideario de los centros y de los progenitores, más allá de que responda a valores comunes o no. Por supuesto, los mismos que claman por el derecho exclusivo de los padres a transmitir normas éticas a sus hijos -que afortunadamente sólo existe en su imaginación- protestan contra el velo islámico que ciertas niñas llevan para dar gusto a las creencias de sus padres. Y el laicismo, la pretensión ilustrada de salvaguardar la libertad de conciencia cívica frente al libertinaje teocrático, será el peor enemigo para quienes se consideran oprimidos en cuanto se les limita su derecho a oprimir. Mientras, las editoriales hacen versiones diferentes de los libros de bachillerato de acuerdo con los prejuicios ya no nacionalistas sino meramente localistas de cada autonomía regional. Los negociantes han decidido que para seguir siendo rentables lo mejor es dar a cada cual la razón como a los locos. La ministra celebra este desmadre como inevitable consecuencia de la libertad educativa, o sea del libertinaje que es incapaz de evitar. Los más hipócritas señalan que el asunto es de poca monta porque hoy los libros de texto son ya una parte menor del sistema escolar: es decir, que si por ejemplo en el País Vasco se utiliza un texto que no menciona para nada a ETA, el profesor puede remediarlo hablando de ETA por su cuenta a los alumnos y poniéndoles vídeos de Iñaki Arteta. La ambulancia la enviarán ellos luego, a cobro revertido.
Mención aparte merece el arrinconamiento vergonzante del castellano como lengua educativa. Por supuesto, el daño así causado no estriba sólo en el menosprecio de la lengua materna de muchos alumnos (no ya como españoles, sino estrictamente como vascos, catalanes, gallegos, etcétera) ni en el perjuicio laboral y social que se causa a los privados sin su consentimiento de un instrumento comunicativo de proyección mundial en nombre de otro culturalmente respetable pero menos rico en oportunidades por cuestiones geohistóricas: el núcleo del problema es que las democracias necesitan una lengua común por razones estrictamente políticas (el ejemplo de Bélgica es claro al respecto).
Y dicha lengua -que por supuesto debe convivir con otras históricamente arraigadas- no puede ser escamoteada o presentada de manera hostil sin atentado contra el funcionamiento de la democracia misma. Claro que esta consideración resulta ajena al libertinaje separatista, que últimamente se queja por ejemplo de que "pagan más y reciben menos", como si eso no fuera precisamente -más allá de que las inversiones estatales estén mejor o peor orientadas- la queja de todos los ricos contra los impuestos. Si no se tiene claro que toda riqueza particular tiene origen (y por tanto responsabilidad) social, es difícil sostener que los ciudadanos deben también compartir al menos una lengua parlamentaria, aunque conserven también otras. El nacionalismo separatista no es más que neoliberalismo insolidario: y la izquierda, en Babia.
Tras el último atentado terrorista, las fuerzas parlamentarias y sociales se manifestaron unidas en Madrid "por la libertad y para la derrota del terrorismo". Valoro la añorada unidad y entiendo ese lema, pero sólo cuando es pancarta de los ciudadanos en el País Vasco. En cambio, no sé a quién se dirige cuando lo respalda el Gobierno o los partidos con representación parlamentaria: ¿a quién le piden "libertad"? ¿A ETA?, ¿al Altísimo, Señor de los Ejércitos? ¿No son ellos los encargados de garantizar nuestras libertades y de propiciar institucionalmente la derrota del terrorismo? ¿Por qué en vez de fingir una unidad postiza de niños asustados por el coco (o preocupados por la cercana cita electoral) no explicitan los motivos para no reunir el Pacto Antiterrorista o no firmarlo ya quienes aún lo rechazan? ¿Qué sentido tiene compartir pancarta con quienes se oponen a los juicios o la ilegalización del entorno terrorista? ¿Hasta cuándo seguirá el libertinaje partidista que nos impide luchar juntos por la verdadera libertad de todos?

Fernando Savater, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

Carta a un joven poeta

París, a 17 de febrero de 1903

Muy distinguido señor:
Hace sólo pocos días que me alcanzó su carta, por cuya grande y afectuosa confianza quiero darle las gracias. Sabré apenas hacer algo más. No puedo entrar en minuciosas consideraciones sobre la índole de sus versos, porque me es del todo ajena cualquier intención de crítica. Y es que, para tomar contacto con una obra de arte, nada, en efecto, resulta menos acertado que el lenguaje crítico, en el cual todo se reduce siempre a unos equívocos más o menos felices.
Las cosas no son todas tan comprensibles ni tan fáciles de expresar como generalmente se nos quisiera hacer creer. La mayor parte de los acontecimientos son inexpresables; suceden dentro de un recinto que nunca holló palabra alguna. Y más inexpresables que cualquier otra cosa son las obras de arte: seres llenos de misterio, cuya vida, junto a la nuestra que pasa y muere, perdura.
Dicho esto, sólo queda por añadir que sus versos no tienen aún carácter propio, pero sí unos brotes quedos y recatados que despuntan ya, iniciando algo personal. Donde más claramente lo percibo es en el último poema: "Mi alma". Ahí hay algo propio que ansía manifestarse; anhelando cobrar voz y forma y melodía. Y en los bellos versos "A Leopardi" parece brotar cierta afinidad con ese hombre tan grande, tan solitario. Aun así, sus poemas no son todavía nada original, nada independiente. No lo es tampoco el último, ni el que dedica a Leopardi. La bondadosa carta que los acompaña no deja de explicarme algunas deficiencias que percibí al leer sus versos, sin que, con todo, pudiera señalarlas, dando a cada una el nombre que le corresponda.
Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí, como antes lo preguntó a otras personas. Envía sus versos a las revistas literarias, los compara con otros versos, y siente inquietud cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Pues bien -ya que me permite darle consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir. Ante todo, esto: pregúntese en la hora más callada de su noche: "¿Debo yo escribir?" Vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces, conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida. Que hasta en su hora de menor interés y de menor importancia, debe llegar a ser signo y testimonio de ese apremiante impulso. Acérquese a la naturaleza e intente decir, cual si fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de amor. Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes: son los más difíciles. Pues se necesita una fuerza muy grande y muy madura para poder dar de sí algo propio ahí donde existe ya multitud de buenos y, en parte, brillantes legados. Por esto, líbrese de los motivos de índole general. Recurra a los que cada día le ofrece su propia vida. Describa sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos fugaces y su fe en algo bello; y dígalo todo con íntima, callada y humilde sinceridad. Valiéndose, para expresarse, de las cosas que lo rodean. De las imágenes que pueblan sus sueños. Y de todo cuanto vive en el recuerdo.
Si su diario vivir le parece pobre, no lo culpe a él. Acúsese a sí mismo de no ser bastante poeta para lograr descubrir y atraerse sus riquezas. Pues, para un espíritu creador, no hay pobreza. Ni hay tampoco lugar alguno que le parezca pobre o le sea indiferente. Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo? Vuelva su atención hacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos. Tampoco procurará que las revistas se interesen por sus trabajos. Pues verá en ellos su más preciada y natural riqueza: trozo y voz de su propia vida.
Una obra de arte es buena si ha nacido al impulso de una íntima necesidad. Precisamente en este su modo de engendrarse radica y estriba el único criterio válido para su enjuiciamiento: no hay ningún otro. Por eso, muy estimado señor, no he sabido darle otro consejo que éste: adentrarse en sí mismo y explorar las profundidades de donde mana su vida. En su venero hallará la respuesta cuando se pregunte si debe crear. Acéptela tal como suene. Sin tratar de buscarle varias y sutiles interpretaciones. Acaso resulte cierto que está llamado a ser poeta. Entonces cargue con este su destino; llévelo con su peso y su grandeza, sin preguntar nunca por el premio que pueda venir de fuera. Pues el hombre creador debe ser un mundo aparte, independiente, y hallarlo todo dentro de sí y en la naturaleza, a la que va unido.
Pero tal vez, aun después de haberse sumergido en sí mismo y en su soledad, tenga usted que renunciar a ser poeta. (Basta, como ya queda dicho, sentir que se podría seguir viviendo sin escribir, para no permitirse el intentarlo siquiera.) Mas, aun así, este recogimiento que yo le pido no habrá sido inútil : en todo caso, su vida encontrará de ahí en adelante caminos propios. Que éstos sean buenos, ricos, amplios, es lo que yo le deseo más de cuanto puedan expresar mis palabras.
¿Qué más he de decirle? Me parece que ya todo queda debidamente recalcado. Al fin y al cabo, yo sólo he querido aconsejarle que se desenvuelva y se forme al impulso de su propio desarrollo. Al cual, por cierto, no podría causarle perturbación más violenta que la que sufriría si usted se empeñase en mirar hacia fuera, esperando que del exterior llegue la respuesta a unas preguntas que sólo su más íntimo sentir, en la más callada de sus horas, acierte quizás a contestar.
Fue para mí una gran alegría el hallar en su carta el nombre del profesor Horacek. Sigo guardando a este amable sabio una profunda veneración y una gratitud que perdurará por muchos años. Hágame el favor de expresarle estos sentimientos míos. Es prueba de gran bondad el que aun se acuerde de mí, y yo lo sé apreciar.
Le devuelvo los adjuntos versos, que usted me confió tan amablemente. Una vez más le doy las gracias por la magnitud y la cordialidad de su confianza. Mediante esta respuesta sincera y concienzuda, he intentado hacerme digno de ella: al menos un poco más digno de cuanto, como extraño, lo soy en realidad.

Con todo afecto y simpatía,
Rainer Maria Rilke

viaducto

Mañanas de un ayer irreverente.
Solos.
Locos de alegría efervescente,
azules y caracoles de guitarra,
gentes distintas,
y perros,
y parras.
Eternas noches y eternos sueños.
Realidades avivadas por leños
de belleza sincopada,
de gentes; gentiles y bajos,
cubanos, saxofonistas
y músicas de escarabajo.
Armonías de la vida;
no tan loca ni tan desviada
ni tan estirada,
ni tan certera como pensara.
No había drogas ni alcohol ni malas vidas
solo sueños sujetos de bridas de tesón,
de tiento, de valentía,
roto el desaliento y el infortunio,
rota yo de alegría.
De palitos y chan chanes.
Mirando;
observando el futuro pasar,
la belleza de los que lo van a atrapar
y tu estás allí. ¡Estalla!,
y tú estas allí, pero te vas.
me fui
y lo deje volar.

cruzar mi vida

Aniquilar quiero mi huida
el diccionario del tiempo pierdo
soy yo, y otra me siento
cuando te veo cruzar mi vida.

certeza

Extraña sensación es la certeza
cuando viene cotidiana y te sorprende
rompe de un plumazo
lo que estable parecía por la mañana,
y se acurruca en tu regazo
esperando que acabe el día,
para perderse de nuevo entre las cosas de la mesa.

gran tute




a un palmo de tu mano . . . mi vida sin mí

Ya llega el cuarto de siglo...es dificil hacer balance cuando hay poco en la vida que balanceado no se caiga al suelo.
Tres celebraciones y tres rimas con distinto ritmo. Me sienta mejor cuando menos me lo pienso, y si pienso en esa sonrisa oculta tras un cuadro de números que pienso en descifrar....casi me pierdo.
PENSAR...PENSAR...PENSAR
La imaginación me traiciona y lo veo todo, lo mio toma forma en el espacio real y se hace real a la vez de lo real....me hace vivir a la vez de lo real...Lo mio es más bonito pero carece de densidad.
Es injusto pensar.


Un cuarto vacio y una cabeza llena
Una cama vacia y una mesa llena
Un cielo despejado y un suelo colmatado
A veces es mejor mirar hacia dentro o hacia detrás,
siempre es más fácil la visión desde lejos,
los ritmos ajenos, las vidas paralelas,
si se pierde ya no importa, ya se fue
si se intenta ya no importa, hay que ser

se habrá ofrecido tanto ya, que no se espera
será el viaje de otro el que no espera

Las cosas sencillas son siempre las más complicadas

jueves

Puerta Lumbreras

150 PUERTAS - 15 DÍAS.


Puerto Lumbreras
Murcia, España 17/08/2006 - 31/08/2006


Puerto Lumbreras, una localidad con algo más de 12.000 habitantes que durante 15 días al final de agosto del 2006 ha abierto su casco antiguo a las intervenciones que Eltono se dispuso a realizar en 150 puertas. La clave: no cubrir ni transformar el ambiente real, todo lo contrario, buscar la integración de estas intervenciones subrayando los detalles que puedan tener estas puertas en cuanto a texturas y colores, buscando dar protagonismo a esos lugares que han quedado al margen de un uso estético existente pero inapreciable para el peatón.


Proyecto organizado por: emece y Ayuntamiento de Puerto Lumbreras.
Patrocina: Murcia Cultural, Instituto de la Juventud en la Región de Murcia, y Obra Social de la CAM.Colabora: Maderas INOKA.


Da gusto cuando se diseña con inteligencia y se hacen las cosas con respeto y cariño. Bravo por El tono!
Y si además queda bonito pues mejor que mejor.

martes

El actual imperio de la ausencia

(artículo de opinión extraido de El Pais )

VICENTE VERDÚ
EL PAÍS - Opinión - 26-11-2007


La fascinación del público por la desaparición de Madeleine, la creciente valoración del trabajador de "lastre cero", sin compromisos, sin especialidad, sin hijos, sin arraigo, o incluso la próxima Bienal de São Paulo consistente en la exhibición de un espacio vacío, sin las esperables obras de arte, son muestras de un extraño auge de la ausencia. Otros tiempos se representaron a través de la histeria, hoy la patología psíquica tiene en su centro la depresión, la asíntota cero de la ilusión o del proyecto. Igualmente, mientras el cáncer o el sida simbolizaron un tiempo, el Alzheimer se alza ahora como la seña del nuevo padecimiento. A la multiplicación celular del cáncer o la invasión del virus se opone la dirección cerebral hacia la ausencia.
La falta, el vacío, la vaciedad, todo esto se reúne en una atmósfera de ausencia que, como una angustia fina, recubre la actualidad del espacio y ralentiza la acción. Así, la actual crisis financiera desarrolla la metáfora de una falta de fondos, un agujero en los deudores o un vacío de solvencia que se opone a la plenitud de la construcción inmobiliaria en el periodo anterior.
Ciertamente, todo sentimiento de ausencia se parece a un duelo, pero en la ausencia el objeto perdido no golpea duramente ni su dolor desespera, sino que el revés absorbe para sí mismo todo el consuelo. El objeto de la ausencia se ensimisma y segrega la sustancia sedosa que regula la intensidad de una soportable melancolía.
La sensación actual de ausencia se relaciona con la huera condición de la política, la banalización del sexo, la indiferencia del arte, la trivialización general del saber. Sin política, sin sexo, sin arte, sin maestros pensadores, en pleno apogeo de lo virtual, la impresión de pertenecer a este tiempo se confunde con la experiencia de un tránsito intestinal tan fluido que podría abocarnos al sumidero. O nos está colando ya.
No es para tanto. La ausencia se caracteriza por su inherente flacidez y el lacio mareo de su permanencia. Sin fuertes elementos de referencia no sabemos, efectivamente a qué atenernos pero también nos libramos de aquellos elementos macizos y graves capaces de laminarnos.
En la ausencia no hay totalitarismos ni verdades lapidarias, como tampoco se obtienen recompensas gloriosas ni sobresalientes opciones de salvación. Se vive como se habita, al punto de que la existencia tiende a ser una secuencia encarrilada a procurarse tan sólo las condiciones idóneas para durar más y mejor.
Desde la cultura de consumo, consolidada como la cultura total, hasta la "personalización" de las personas en busca de una identidad más apropiada, la biografía se encuentra suficientemente ocupada en rellenar ausencias. Ausencias que empiezan a manifestarse en la vida laboral, donde la mayor parte de la población, pese al aumento de la instrucción y sus opciones, no trabaja en casi nada que le llene y, en consecuencia, se alistan en especialidades y dedicaciones sólo para cobrar.
El trabajo, que lo fue prácticamente todo en el siglo XIX, perdió buena parte de su misión identitaria en la última parte del siglo XX y los ciudadanos fueron, poco a poco, pasando de productores, materiales y espirituales, a consumidores, materiales, espirituales y emocionales.
Pocos abrazan un destino familiar o profesional con fuerza y, en la holgura de ese abrazo, crece la fantasía de una felicidad basada en la variedad, la aventura simulada y la surtida composición del tiempo libre. Libre u ocioso, desocupado o vacío.
Así, el tiempo ausente (de trabajo, de obligación) va convirtiéndose en el ámbito más propicio para conseguir el simulacro de un yo más o menos diferente o tuneado. La briosa construcción de la identidad a partir del trabajo ("somos lo que hacemos", decía el marxismo) se suple con el diseño flexible de un personaje capaz de ser modulado por sus consumos y contraconsumos, los logos y los no-logos o anti-logos.
No hay ciudadanía política que llegue a gran cosa pero hay ciudadanos consumidores que piensan ser algo en la tarea de consumir. No hay sexo fuerte pero hay sexo muy surtido, incluido el no-sexo o el a-sex. No hay arte nuevo pero no falta forma de arte alguno y, en su exasperación, el arte de nada.
El mundo de la Red, como gigantesco paradigma de nuestro tiempo, coincide con el absoluto imperio de la Ausencia. Los nexos personales o comerciales, las web sociales, Google o las wikipedias crean el nuevo universo basado en el juicio de la muchedumbre, un saber magmático e inseguro como corresponde a la ausencia de autoridad en el conocimiento.
Todo el mundo parece presente en la comunicación electrónica pero, a la vez, se traduce en una descomunal constelación de fantasmas. Centenares de millones de personas en MiSpace, Google o YouTube, todas ellas sumándose como intangibles en el planeta de la ausencia. No se trata, sin embargo, de zombies de cuyo rastro se desprendiera un aroma funerario, sino de seres tan extraños como impalpables, tan inesperados como volátiles. Con una particularidad adicional: su apilamiento no produce, su concierto no clama, su presencia se corresponde con el exacto tamaño de su ausencia.
Podemos sentirnos multitudinariamente comunicados, pero basta un clic para provocar la desaparición de lo presente y obtener la sensación de haber abandonado parte del mundo o haber elegido su disipación. Esta facilidad que cruza de lo presente a lo ausente y de lo importante a lo más trivial, se corresponde con la escasa densidad de la presencia.
De hecho, los objetos, las ideas, las religiones, las películas o los móviles, las estaciones o los acontecimientos, pesan cada vez menos. Y apenas valen nada. Los relojes o los periódicos, las enciclopedias o los bolsos, casi cualquier cosa se regala por cualquier pretexto y los promotores inmobiliarios de la crisis han comenzado a donar coches, aparcamientos y larguísimos viajes que ahora circulan con low cost y conocimiento turístico cero.
Todo el conocimiento, turístico o no, ha venido a cebarse de ausencia. El empleo se posa con igual liviandad que la identidad o la pertenencia. La pérdida de territorialidad y fijeza de los empleados se dobla hoy con los cientos de millones de emigrantes arrancados de sus patrias y creando día tras día una masa ingente que vive y respira en permanente estado de ausencia.
El grado de disponibilidad para cambiar la presencia por la ausencia de prejuicios, fidelidades, hábitos o lealtades, define el carácter imperante en nuestros tiempos. La facilidad del cambio, la facilidad de las transferencias, reconversiones, destrucciones y restauraciones, expanden el efecto y la autoridad de las ausencias.
¿Conmemoraciones? ¿Memoria histórica? ¿Reciclajes? ¿Vintages? El pretérito siempre ha pasado dejando una oquedad pero su ausencia aumenta o decrece de acuerdo al impulso de cada época. Descompuesto el proceso histórico, exasperado el presente, declarado el instante perpetuo, la ausencia es la sombra genuina del momento.
¿La muerte? La muerte no. La ausencia es un sucedáneo de la mortalidad y ya no morimos, nada muere, sólo se sufre el mal de la obsolescencia y se queda arrinconado o ausente. Se habita, en fin, sin la tortura del duelo, sólo entre una angustia que no sobrepasa la náusea benévola, aunque constante.
El malestar en la cultura que diagnosticaba Freud no era otra cosa que el malestar de otra ausencia. El flujo de la gran decepción tras constatar que las conquistas científicas y técnicas "no habían sabido elevar la satisfacción placentera que exige la vida".
Ahora, tras la inédita corpulencia de los avances tecnológicos, tras la tumba del comunismo, entre la aparatosa y sofisticada teatralidad del consumismo, hemos reingresado en una nueva hospitalización. No parece desde luego tan grave como la caída de una civilización pero significa un estado cultural de continua ansiedad que no encuentra remedio en objeto alguno. El objeto, el sexo, el padre, la vocación, han ido deshaciendo su cimentación hasta fomentar que el planeta flote sobre la delgada superficie de su plasma y la realidad funde su visión en ese caldo que humea. O, también, que apoye su voz en la gran caracola de los media donde un son vaciado de todo proyecto se complace en la nacarada angustia de su ausencia.

domingo

Paso de las horas

Sentir todo de todas las maneras,
tener todas las opiniones,
ser sincero contradiciéndose a cada minuto,
aborrecerse a sí mismo por la plena libertad de espíritu,
y amar a las cosas como a nada.


Fernando pessoa

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo