viernes

¡No, gracias!

Ese es mi vicio, me gusta provocar,
adoro ese suplicio.
¿Qué quieres que haga? ¿Buscarme un protector? ¿Un amo tal vez? ¿Y como hiedra oscura que sube la pared medrando sin lira y con adulación? ¿Cambiar de camisa para obtener posición?
¡No, gracias!
¿Dedicar, si viene al caso, versos a los banqueros? ¿Convertirme en payaso? ¿Adular con vileza
los cuernos de un cabestro por temor a que me lance un gesto siniestro?
¡No, gracias!
¿Desayunar cada día un sapo? ¿Tener el vientre panzón? ¿Un papo que me llegue a las rodillas con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias?
¡No, gracias!
¿Adular el talento de los canelos? ¿Vivir atemorizado por infames libelos y repetir sin tregua: ¡Señores, soy un loro, quiero ver mi nombre escrito en letras de oro!?
¡No, gracias!
¿Sentir terror a los anatemas? ¿Preferir las calumnias a los poemas? ¿Coleccionar medallas? ¿Urdir falacias?
¡No, gracias! ¡No, gracias! ... ¡No, gracias!

...

Pero cantar, soñar, reír, vivir,
estar solo, ser libre,
tener el ojo avizor, la voz que vibre,
ponerme por sombrero el universo por un sí o por un no,
batirme o hacer un verso;
despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación a la luna,
solo al que vale reconocer sus méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos,
renunciar para siempre a cadenas y protocolo;
posiblemente no volar muy alto,
pero solo.

(cyrano de bergerac)

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo