El sol reclama sus horas
el cuerpo guarecido.
Esperando, la casa,
posesiva. Él, dos acordes
anuncian Beirut.
Unos arreglándolo todo
en prosa comprensible,
saboreando el condicional.
El debería. Las risas.
Otros tumbados ya
en piscinas de verano y tesis.
De garbeos, airearse
uvas postreras.
Un espacio para mí,
foco en el papel
que ahora es mi hogar
mano en el lapiz
que me ablanda los labios.
Certezas y urgencias
de habitación en habitación.
El vapor inseguro
emulsionado en mis sudorosas manos
me alcanza en una bofetada.
Hace un rato que te robé
y aparté de tí algún aroma,
Esperanza, ahora te reservo.
Te llevaré arrastrando
hasta el concreto.