Le quiero y quiero;
avisarle de la vida,
avisarle de perderse y perdonarse,
avisarle de sentir,
del paisanaje.
Del azaroso trepar de los carteros
y sus textos velados.
Prevenirle de los amigos de media distancia,
de la ropa de licra, de los tonos celestes.
Mostrarle la educación como compañera,
la oronda dama de la cultura.
Alimentar su valentía y honradez
repasar los capitales y los fundamentos.
Hablarle de viajes, de las mieles
del amor y su letra pequeña.
Para después recostarme y sentir palpitar,
uno a uno, los momentos a los que he pertenecido.
A cañonazos de acne y errores baratos.
Un gesticular pleno y de por vida.
El abrazo más sincero.