sábado

II.

Cuando llegará
ese eco suficiente que disponga
en mi orilla
un instante gratuito de placeres.

Solo y simple
placer merecido, por esperar
un nada en concreto,
por entender y esperar
y por avanzar
sobre uno mismo
y volcar el vaso lleno
de miedo
sobre tu chaqueta perfumada.

. . .

Es suficiente,
desisto y pliego la mayor de medias sonrisas,
por el momento.
Ya he dorado al punto esa cara oculta
de este, mi corazón coraza,
herido sin remedio
y sin compañía.

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo