martes
11:53 31.05.2011
lunes
p f c
Ya lo saben mis padres y mis amigos, ahora es momento de que lo sepáis todos vosotros.
Llevo saliendo con ella unos diez años; ha sido un noviazgo largo y en ocasiones truculento. Aunque debo deciros que creo haberme enamorado de ella mucho antes de conocerla realmente, casi sin darme cuenta, y estoy segura de que aún me queda mucho camino por recorrer a su lado.
Muchos de mis recuerdos de infancia son con ella de la mano; aún no salíamos pero jugábamos juntas. Su familia era amiga de mi familia ... Con el paso del tiempo, y la madurez, me decidí a invitarle a tomar algo, a dar una vuelta y a charlar, que me hablase de sus orígenes, de su cultura, de la gente que conocía, de su luz interior, de la materia con la que trabaja, de la magia que crea algunas veces en los corazones de algunos, de lo que alberga ... Hemos vivido diez años codo con codo las mieles y calamidades del mundo. Ella siempre estuvo ahí.
Ahora, la decisión está tomada. Conozco lo suficiente como para querer pasar la vida en su compañía. Nos vamos de boda!. Y como en toda ceremonia de postín voy a necesitar tres cosas fundamentales: algo viejo, algo prestado y algo que me dé suerte.
Mis viejos amigos, mis viejos, mis abuelos, mis viejos profesores, mis viejos miedos y batallas, obsesiones, referentes y sueños. Mis viejos LP's, mis viejos clásicos, mis viejas costumbres creativo-noctámbulas. Mi pobre vieja y cansada espalda y mis viejos compañeros de clase imaginarios; citaré solo dos por hoy. Franky y su jodida costumbre de adelantar acontecimientos a base de preciosistas láminas de minuciosidad pensil cuya belleza se alcanza superado ya el equilibrio técnico y programático.
Y mi otro pobre y viejo compañero: la conciencia colectiva de los anónimos; el saber popular. La persiana y el balcón castellano, la contraventana, la fresquera, la galería, el zaguán, la luz difusa, el porche y el abuhardillado, la cámara ...
Además, necesito algo prestado; el tiempo.
Debo prestarle el tiempo que antes me reservaba. Gran parte del tiempo que gustosa concedía a amigos y familiares, el tiempo que dedicaba a pensar y a digerir, todo el tiempo que antes tenía para hacer planes, todo el tiempo resolutivo de mi vida.
Por último, para que esta ceremonia sea un éxito, como en todo acontecimiento puntual, se necesita algo de suerte.
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Y bueno, en este momento, os pido que me acompañeis. ¡Soñemos despiertos!.
Ya se ha celebrado la ceremonia. Ya estoy casada con mi amor de más tiempo. Ya me he casado con la Arquitectura.
Una dama esquiva y poderosa. Compleja y, en estos tiempos, acomplejada.
Una vieja dama enferma aquejada del mundo que, de motu propia y por encargo, ella misma construyó. Un mundo que ya no la quiere bien. Esa dama cansada.
Dama cansada, ávida de dar el grito mortal que conduzca a la humanidad hacia la quimérica cueva; mínima, científica, contundente, fastuosa, de tácita sensibilidad natural, ...desde donde reponer fuerzas para seguir la lucha del mundo.
Esa única lucha que en la vida humana no halla victoria ni respuesta.
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sábado
Artículo: El malpensante.com
Salir con chicas que no leen/ Salir con chicas que leen
(traductora: Cristina Esguerre)Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)
Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela.
Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta.
Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.
Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.
Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.
Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.
Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.
No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.
Sal con una chica que lee (Por Rosemary Urquico)
Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el clóset porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca.
Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.
Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema deslactosada ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.
Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de Fellowship y sé consciente de que si te dice que entendió el Ulises de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella.
Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, de Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace.
Por lo menos tiene que intentarlo.
Miéntele, si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo.
Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos.
¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo.
Si te llegas a encontrar una chica que lee mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.
Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.
Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho. Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.
Sal con una chica que lee porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si solo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.
O mejor aún, a una que escriba.
jueves
lunes
desarrollo rosquillil 2
Bueno, aquí va la segunda entrega de mi desarrollo rosquillil. Ya mencioné que estaba actualmente en el taller para pasar una serie de revisiones...
Uno de estos días soleados me senté con una buena amiga en un café y le robé su tiempo en favor de mi cordura...ella me ayudo mucho y se lo agradezco. En estos tiempos de cariños deslavazados, es agradable encontrarse frente a frente y paladear el sosiego y la huella mantenida de dos corazones cómplices y hermanados hace años, en los mares del sur...
R O S Q U I L L A H U E R T O
R O S Q U I L L A T A L L E R E S
y hasta aquí hemos llegado, ahora a reestructurar, redefinir, reinventar ...
(pdt: ya fueron las municipales y ahora, más que nunca, hay que aferrarse a sol y creer que tenemos un año para definir los mensajes y mandarlos a moncloa, cualquiera que sea su huesped para entonces y a las calles, conseguir que la gente digiera y metabolice o retome el significado de la palabra ciudadano - Habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país).
domingo
canto del camino real (walt whitman)
Estos días de 15M, pienso que la poesía y casi cualquier representación artística, han quedado ciertamente desfasadas de lo que sucede en las calles, ahora no hay opción a leer el periódico, a pasear por Sol, a alzar la voz, a pedir y a reflexionar, a votar y a succionar de la realidad estos minutos que nos concede de reconciliación.
Y cuando pensé que esto era cierto, abrí a Whitman y me propino una bofetada ...
I
A pie, alegre, salgo al camino real,
Soy sano, soy libre, el mundo se extiende ante mí,
El largo camino pardo me conducirá adonde yo quiera.
Ya no llamo a la fortuna: yo soy la fortuna,
Ya no lloriqueo, no difiero mis actos, no necesito nada,
He acabado con las quejas domésticas, con las bibliotecas, con las críticas querellosas,
Vigoroso y contento, recorro el camino real.
La tierra, ella me basta,
Yo no exijo que las constelaciones se aproximen,
Sé que están muy bien donde están,
Sé que bastan para aquellos que les pertenecen.
(Sin embargo, llevo aquí mis viejos fardos deliciosos,
Los llevo, hombres y mujeres, los llevo conmigo a todas partes,
Juro que no puedo deshacerme de ellos,
Estoy lleno de ellos, y los llenaré a mi vez.)
II
Creo que muchas cosas invisibles están igualmente aquí.
Aquí, la lección profunda de la aceptación, sin preferencia y sin negativa,
El negro de cabello ensortijado; el enfermo, el ignorante, no son rechazados;
El parto, el apresuramiento en busca del médico, el corretear del mendigo, el andar vacilante del borracho, la cuadrilla reidora de los artesanos,
El adolescente fugitivo, el carruaje del rico, el petimetre, los amantes que huyen,
El hortelano madrugador, el cortejo fúnebre, la mudanza del moblaje al pueblo, la vuelta del pueblo,
Ellos pasan, yo paso también, todas las cosas pasan, nadie puede ser prohibido,
Todas las cosas son aceptadas, todas las cosas me serán queridas.
V
Desde esta hora me declaro libre de todo límite y de toda línea imaginaria,
voy a donde me plazca, soy mi señor total y absoluto,
escucho a los demás, considero lo que ellos me dicen,
me detengo, investigo, acepto, contemplo;
dulcemente, pero con innegable voluntad, me liberto de las trabas que quieren retenerme.
Aspiro el espacio a bocanadas,
el poniente y levante me pertenecen, y el mediodía y septentrión me pertenecen.
Soy el más vasto, mejor de lo que yo imaginaba,
no sabía que contuviese en mí tanta bondad.
Todo me parece hermoso,
puedo repetir una vez y otra a hombres y mujeres: Me habéis hecho tantos beneficios, que quiero haceros otros en cambio,
haré acopio para mí y para vosotros en mi camino,
me desparramaré entre los hombres y mujeres en mi camino,
arrojaré en medio de ellos una nueva alegría y una nueva severidad,
quienquiera que me niegue no me incomodará,
todos los hombres y mujeres que me aceptan, serán bendecidos y me bendecirán.
Si aparecieran mil hombres perfectos, no me sorprendería,
si aparecieran mil cuerpos hermosos de mujeres, no me asombraría.
Ahora penetro en el secreto de la creación de las personas superiores,
que es el crecer al aire libre y el comer y dormir con la tierra.
Aquí hay espacio para un gran acto personal
(Un acto que arrebata los corazones de toda la raza de los hombres,
su efusión de fuerza y voluntad anonada a la ley, y se mofa de todas las autoridades y de todos los argumentos que se le oponen).
He aquí la prueba de la sabiduría,
la sabiduría no se prueba definitivamente en las aulas,
la sabiduría no puede transmitirse por el que la posee al que no la posee,
la sabiduría viene del alma, no es susceptible de prueba, ella es su propia prueba,
se aplica a todos los estados y objetos y cualidades, y queda contenta,
es la certeza de la realidad y de la inmortalidad de las cosas, y es la excelencia de las cosas;
hay algo en la ingravidez de la contemplación de las cosas, que obliga a la sabiduría a dejar su refugio del alma.
Vuelvo a examinar las filosofías y las religiones,
ellas son acaso buenas en las aulas, pero pueden no ser buenas bajo las vastas nubes y junto al paisaje y a los ríos que corren.
He aquí el conocimiento,
he aquí el hombre concorde -él se da cuenta aquí de lo que hay en él,
el pasado, el porvenir, la majestad, el amor- si ellos no están en ti, tú no estás en ellos.
Sólo la médula de las cosas nutre;
¿dónde está el que desgarra la envoltura por ti y por mí?
¿Dónde está el que deshace las estratagemas y envolturas por ti y por mí?
He aquí la adherencia, no ha sido formada antes, viene a propósito:
¿Sabes qué es eso de ser amado por los desconocidos que pasan junto a ti?
¿Comprendes el lenguaje de esas pupilas que se mueven?
IX
¡Vamos! ¡Quienquiera que seas, ven, viaja conmigo!
Y encontrarás lo que no fatiga jamás.
La tierra no se cansa jamás,
la tierra es ruda, silenciosa, incomprensible al principio, la Naturaleza es ruda e incomprensible al principio,
no te desanimes, persevera, hay cosas divinas encubiertas,
te juro que hay cosas divinas cuya hermosura las palabras no pueden expresar.
¡Vamos! No debemos detenernos aquí,
Por muy fragantes que sean estas previsiones guardadas en reserva, por muy cómoda que sea esta morada, no podemos detenernos aquí,
Por muy protegido que sea este puerto, por muy sosegadas que sean estas aguas, no podemos anclar aquí,
Por muy amable que sea la hospitalidad que nos rodea, no estamos autorizados a aceptarla sino durante un breve espacio.
X
¡Vamos! Los alicientes serán mejores,
Navegamos en mares desiertos y sin rutas,
Iremos adonde nos lleven los vientos, adonde nos arrojen las olas y allá, donde el clíper yanqui corre a toda vela.
¡Vamos! Con la fuerza, la libertad, los elementos,
la salud, la oposición obstinada, la alegría, el amor propio, la curiosidad;
¡vamos! ¡Lejos de toda fórmula!
¡Lejos de vuestras fórmulas, oh, sacerdotes materialistas de ojos de murciélago!
El cadáver putrefacto impide el paso -el entierro no puede demorar más.
¡Vamos! ¡Pero os prevengo!
Aquel que viaje conmigo debe tener la sangre más rica, los músculos más vigorosos, la resistencia más tenaz,
ningún hombre y ninguna mujer deben someterse a la prueba si no traen valor y salud,
no vengas si has gastado ya lo mejor de ti mismo,
que vengan solo aquellos que tienen el cuerpo puro y determinado,
no serán admitidos ni los enfermos, ni los alcohólicos, ni los que tienen máculas venéreas.
(Ni yo ni los míos convencemos con argumentos, comparaciones, versos,
convencemos con nuestra presencia.)
XIV
¡Vamos! ¡A través de luchas y de guerras!
La meta señalada no podrá invalidarse.
¿Tuvieron buen éxito las luchas del pasado?
¿Quién tuvo buen éxito? ¿Tú? ¿Tu patria? ¿La Naturaleza?
Pues compréndeme bien -está previsto en la esencia de las cosas que de la fruición del triunfo, cualquiera que éste fuese, brotará algo que hará necesario un esfuerzo más grande.
Mi grito es un grito de guerra, yo fomento la rebelión activa,
quien me acompañe, deberá venir bien armado,
quien me acompañe, tendrá que comer frugalmente, conllevar la pobreza, oponerse a los enemigos iracundos y a las deserciones.
XV
¡Vamos! ¡El camino se extiende ante nosotros!
No encierra peligros -lo he probado- mis pies lo han probado bien -¡no te detengas!
¡Deja que la cuartilla quede sin escribirse en el pupitre y el libro sin abrirse en el estante!
¡Deja que las herramientas reposen en el taller! ¡Deja que el dinero repose al abrigo de la ambición!
¡Deja que las aulas permanezcan cerradas! ¡No hagas caso del grito del dómine!
¡Deja que el predicador predique en el púlpito! Deja que el abogado litigue en los tribunales y que el juez exponga la ley.
¡Camarada, te extiendo la mano,
te doy mi amor, que es más precioso que el dinero,
me entrego yo a ti, antes que entregarte el sermón o la ley;
¿te entregarás a mí? ¿Quieres viajar conmigo?
¿Nos adherimos el uno al otro toda nuestra vida?
babelia - La indignación no es suficiente
En una sociedad con ciudadanía de baja intensidad, desafección galopante hacia la política, debates planos y argumentos inexistentes, cualquier llamamiento a sumarse a las críticas encuentra una inmediata acogida. Si quien escribe ¡Indignaos! es Hessel, que es además un luchador de la Resistencia francesa, uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y si quienes han escrito Reacciona son personas de indudable talla intelectual, entonces resulta imposible llevarles la contraria o matizar sus opiniones sin parecer un mercenario del sistema.
Et pourtant... La indignación es una virtud cívica necesaria pero insuficiente. Lo siento por estos autores pero yo veo las cosas de otra manera y el problema fundamental en otro sitio. De entrada, no nos sobra indignación sino todo lo contrario. Indignación la hay en todas partes; basta hacer un poco de zapping y uno se encuentra, sobre todo, gente indignada (preferentemente en los canales de la extrema derecha). Indignados están, por ejemplo, los que creen que el Estado de bienestar disminuye pero también los que consideran que está yendo demasiado lejos, los que piensan que ya hay demasiados extranjeros, los fanáticos de todo tipo, aquellos cuyo miedo ha sido agitado por quienes aspiran a gestionarlo.
Nuestras sociedades están llenas de gente que está "en contra" y escasean los que están "a favor" de algo concreto e identificable. El problema es cómo nos enfrentamos al hecho de que lo que moviliza son energías negativas de indignación, afectación y victimización. Es lo que Pierre Rosanvallon ha denominado como "era de la política negativa", en la que quienes rechazan no lo hacen a la manera de los antiguos rebeldes o disidentes, ya que su actitud no diseña ningún horizonte deseable, ningún programa de acción. En este panorama, el problema es cómo distinguir la cólera regresiva de la indignación justa y poner esta última al servicio de movimientos con eficacia transformadora.
¿Y si el público que escucha con agrado esas imprecaciones no fuera la solución sino parte del problema? Pedir a la gente que se indigne equivale a darles la razón para que continúen como hasta ahora, viviendo en una mezcla de conformismo e indignación improductiva. Lo revolucionario sería romper eficazmente con el populismo, con esa inmediatez y adulación que está en el origen de nuestras peores regresiones. Y este tipo de llamamientos sigue ofreciendo explicaciones simples para problemas complejos. La indignación deja de ser en exabrupto inofensivo e ineficaz a la hora de modificar los hechos intolerables que la suscitan cuando incluye además algún análisis razonable de por qué pasa lo que pasa, si identifica bien los problemas en vez de contentarse con haber encontrado a los culpables, si propone algún horizonte de acción.
¿Y si la indignación actuara en beneficio de quienes están satisfechos o incluso son responsables del estado de cosas contra las que nos indignamos? Puede ser que esas explosiones de airada protesta sean menos transformadoras de la realidad que el trabajo sostenido en el tiempo para formular buenos análisis y esforzarse pacientemente por introducir algunas mejoras. Se podría hablar de una función conservadora de la indignación que estabiliza los sistemas como lo hacen las válvulas de escape o las canas al aire, tan funcionales a la hora de dejar las cosas como están. Ese algo más que necesitamos para transitar hacia un mundo mejor no es una mayor exageración dramática de nuestro descontento; es, de entrada, una buena teoría que nos permita comprender lo que está pasando en el mundo sin caer en la cómoda tentación de escamotear su complejidad. Solo a partir de entonces pueden formularse programas, proyectos o liderazgos que permitan un tipo de intervención social eficaz, coherente y capaz de resultar atractiva para una mayoría que no esté formada solo por gente cabreada.
Daniel Innerarity (Bilbao, 1959) es catedrático de Filosofía Política y Social, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática (www.globernance.com). Es autor, entre otros libros, de El futuro y sus enemigos: una defensa de la esperanza política y La renovación liberal de la socialdemocracia.