martes

La cría

Pues parece que en mi patio
algún vecino, ha dedicido adquirir
un infante canino
y exponiendolo a la fiebre
pobre criatura, ha dejado su blancura
a la intemperie.
No sabía el buen señor
lo que aqueste hacía,
pues el cachorro, puro candor y alegría
esta haciendo buen reproche
añorando a su camada
en plena noche.
¡Y menuda serenata!
más parece una jauría.
Estoy empezando a pensar
que el patio guarda un león
más que una cría.
Aunque les confieso que
menos escucha habría yo tenido
si hubiera llegado a casa
prontamente.
Y el sueño hubiera cogido
una vez liberada la mente
de tanta octava y tanto lío.
Pero el verano y sus noches
la lectura de Don Mendo,
su trova y su verso rimado
han llevado mi cansancio
hacia otro lado, y mi mente
y mis manos conquistando este teclado
decidieron escribir someramente
lo acaecido hasta esta hora;
que canté y que reí
que una sepia me comí
dos botellines bebí
con los amigos hablé
un par de puertas cerré
al baño creo que no fuí
y cuando de andar me cansé
y en el metro me senté
pasando por Chamberí
Muñoz Seca me poseyo
y le prometí,
- ¿el qué?-
que según llegara a casa
y sin desnudarme
este relato rimado escribiría
y tras cumplir con el recado
a la cama abrazaría, con mesura
que la mente se apresura
y vuela hacia el ansiado regazo
de otras camas y otras gentes
y a la mañana siguiente
deshecho ya el pulcro nido
y la aventura ficticia
recordada vagamente
una no sabe ya si la sepia,
si el baño o si la alegría,
si la vida o si la muerte.

-¿Andará aullando aún

(soledad mediante)
la desdichada cría?-

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo