Anoche, entre desvelo y desvelo, caí en la cuenta de las múltiples distancias y alcances que acepta la palabra afecto y su familia etimológica.
Por parte de verbo tenemos en su entorno una serie de términos de la misma hechura (participio pasado de fácere con un prefijo preposicional): de-fectio, de-fectus; in-fectio, in-fectus; re-fectio, re-fectus; pro-fectio, pro-fectus, pro-fecto; inter-fectio, inter-fectus; suffectio (de sufficio); con-fectio; con-fectus (de con-ficio); per-fectio, per-fectus. Así quedan emparentados afecto y defecto, infecto, prefecto, perfecto, etc. Afecto, proviene del participio de afficio (de donde proviene afición) sustantivado. El término original o más genuino sería factus ad, "hecho en dirección a", que compuesto en una sola palabra nos da affectus y su participio de afficio.
En latín affectus tiene dos posiciones: la de participio pasado de afficio (ad más facio), con los significados de inclinado a, dotado de, provisto para, dispuesto a, preparado para; y la posición de sustantivo, en la que coincide plenamente con nuestro término afecto, puesto que de ahí lo hemos tomado: inclinación del alma, disposición, sentimiento, pasión. El afecto nace pues como una inclinación de una persona, de su alma, hacia otra persona, objeto del afecto.
Mientras, en las inmediaciones del termino, habitan las infecciones, los defectos, las afecciones y lo perfecto.
También ayer descubrí como una sola palabra, pronunciada entre dientes, puede inclinar a una persona hacia otra. Una palabra afecta.