miércoles

la sensible

A veces, se produce una pérdida. 
Hace unos minutos hablábamos de una amiga que se iba para defenderse de una realidad que la minusvaloraba. Y con ella, que se vá, nuestro cariño queda como suspendido; como si a una pareja que va de paseo, de repente, los cuelgas de los hombros. Ellos quieren seguir caminando, mueven las piernas acompasadamente, pero han perdido ese sendero bajo sus pies.
Yo, cuando ella contaba lo de su amiga, me acordaba de tí y de mi. Me paraste antes de llegar a la calle La Palma y me dijiste, fundidas en un abrazo y cuando menos lo esperaba, que yo era muy especial, que era alguien muy especial y que debía creer en ello. Lo dijiste y lo creiste. Yo lo creí en tus ojos y no pude parar de llorar, por dentro y por fuera, en varios días. Aún al recordarlo ...
Ahora, tú y yo, paseamos colgadas de los hombros, sin avanzar. Seguimos estando muy cerca, dadas de la mano, nos queremos pero no tenemos camino.

Esto me ha hecho pensar en lo que valoramos como bueno y como malo. En esencia, este llanto del amigo que se va, es un llanto por la injusticia de una decisión tomada a empujones, por una masa imberbe de políticuchos y ciudadanuchos que, maleducadamente, están lanzando el talento y la valentía fuera de nuestras fronteras. Pero, ese llanto de amiga que se va, está cimentado en un cariño, tan certero, real y auténtico, que siempre merecerá una sonrisa como poco desmedida. 
Trataré de explicarme...
Encontrar a un amigo. Encontrar a alguien a quien entender y que te entienda. Ir elaborando ese espacio común donde poder sentirse. Eso es muy parecido, al menos a mi juicio, a un instante de plena felicidad. Ese momento en que todo se relaja y ya no piensas antes de nada. 
Venía pensando, en suma, que un verdadero drama se esconde en lo que, con cierto frikismo por mis últimos estudios, he venido a denominar " la sensible". 

Una persona que vas conociendo, vas asumiendo y entendiendo, valorando, queriendo,...tu afecto hacia ella va subiendo a medida que compartes y vas viendo sus razones, sus maneras, vas comprendíendole cada vez con más profundidad, vas disfrutando sus detalles, no entiendes como los demás no ven tanta belleza cotidiana que tu ves o como la ven y reprimen, mejor que tú, sus impulsos. Siempre a cierta distancia, como si te enfundaras el traje de ornitólogo y te parapetases en alguna caseta camuflada. Llega un momento en que,(a veces pasa) sin saber muy bien cómo, te enamoras.
Estas muy cerca de esa persona, apenas medio tono, pero vuestra relación necesita del otro para resolverse. Llega un momento en que tú sola no puedes sonar, pues generas una tensión que solo ella resuelve. Ahí no hay una verdadera amistad, no hay una armonía, hay una dependencia. Igual comprendes tanto o más que una amiga, igual quieres tanto o más que una amiga, pero no eres una amiga, no hay ese espacio común, ese sosiego en el que ambas sonáis.

En fin, casos en los que te quedas tan cerca de ser feliz, que solo el hecho de poder paladearlo se convierte en la mayor de las tristezas.
Cuando "fuiste" con alguien en algún momento,...y sentiste esa calma, pensemos que simplemente debes esperar a que os bajen de nuevo, a que posen esa amistad amablemente sobre un nuevo paseo, y la conversación vuelva a fluir y todo ese cariño vuelva a vuestros brazos y a vuestras almas. 
(Disculpen, que ando ordinariamente melosa. Igual hasta pegajosilla)
  

el gran tute

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y la vida al desnudo