martes

Por amor al arte

Echo de menos, sobretodo, la concentración.
Descubrirme de repente como si despertara de la siesta, habiendo pasado una tarde entera dentro de mí misma. Concentrada y con el cuerpo entumecido.
El descubrimiento y los nervios;
La búsqueda y la pausa.
Las salidas y las llegadas desde varios puntos.
Dormir y volver a verlo igual, o darlo la vuelta.
Hablar de algo peregrino mientras sigues pensando sobre ello, como enganchada.
Matizar tus opiniones, referirlo entre risas y copas.
Insultarlo y quererlo ansiosamente como en un romance truculento.
Añoro crear algo que de veras me conmueva.
Añoro creer lo suficientemente en algo como para no dormir y no notarlo.
Recuerdo cuando solo me ocupaba de una cosa.
Recuerdo cuando me sentí sola y gigante al mismo tiempo.
Recuerdo cuando buscaba la música y la luz adecuada y me cabreaba si se colaba algún sonido impertinente.
Cuando creaba y era egoísta.
Cuando guardaba en la retina lo que aprendía en el proceso y lo paseaba a cielo abierto, como si fuera un secreto a voces.
Lo compartía con alguien y lo defendía frente a las agresiones de la razón del capital extranjero.

Mirarlo y sentirte en un camino.
Dormir y descansar, pues ya tienes lo que tanto perseguías.
Por que cuando empiezas, abres el pecho y cuando lo muestras, cuando finalmente lo das por concluido, quedas expuesto aunque ya seguro. Pues ya tienes el aroma deseado. Ya pasó tu enamoramiento. Ya acabó por ahora tu viaje, aunque tu viaje nunca acabe.

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo