jueves

dos doce cinco cuatro doce

En cuanto paras, algo comienza a rodearte. Lo digieres y regurgitas en un baile, algo macabro. Muchas veces desoyes esas lineas guía, esos aromas de verdad de aquello que temes, que evitas creer, que procuras ignorar a toda costa.
Hasta que surge abruptamente; todos los puntos se cosen y dibujan una cara serena. Hasta que de repente aceptas un paso más de como estas siendo, de cómo eres ahora. Al fin, pasea junto a ti una más de esas certezas moldeables del caracter; tranquilos al fin, os sentáis a conversar, os miráis a los ojos.

Lo genuino y auténtico de conocerse y respetarse a pesar de todo o sobre todo, defenderse sobre cada uno de los rasgos que conforman lo que uno es, y luego exportar eso, tal cual, hacia fuera. Sin tapujos.
Yo esta madrugada paseo de la mano de una dama escurridiza. La dulce caricia de la compañía. Esos temas en los que otros hablan y yo guardo silencio. Creo que ya es hora de abandonar flotando en el río aquello que nunca he llegado a tener.

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo