Hacía tiempo que Michael ya no era de este mundo, en realidad siempre fue un extraño aquí en la Tierra. Cuando era un niño se comportaba como un señor mayor, inventó unos pasos de baile imposibles, su voz era la de un ángel, su mejor amigo era un chimpancé, se encaramaba a un árbol para componer y desde los noventa parecía un selenita. Si un ovni le hubiera recogido no me hubiera extrañado, ni tampoco si la noticia hubiera sido: "El rey del pop desaparece en la cola de un Wallmart mientras pagaba la compra. 'Se desvaneció y sólo quedaron sus ropas', declaró el encargado". Pero no, se ha marchado de un infarto y en realidad esto es de las pocas cosas humanas que ha hecho en su vida.
Adiós Jacko, buen viaje.
EL PAIS
Joaquín Reyes 27/06/09.
el chico tenía ritmo, eso está claro ...