Todo lo valioso e imprescindible puede suceder en el lapso de un bostezo. No se requiere más tiempo para ilusionar y ser ilusionado.
Tampoco es de mayor cuantía ni un abrazo ni una sonrisa. No se requiere mayor esfuerzo o rítmica para respirar, y hay días que para dormir solo unos segundos bastan.
La gente entra y sale del vagón en el lapso de un bostezo. Hay gente que se cae y se levanta en este relativo poco tiempo.