jueves

Tanto tiempo

Llevábamos ya meses sin vernos, llevaba días sin leerlo, llevaban semanas acumulados en montañas, precedidas de montones de cosas pendientes de hacer.
Cuando tu madre tiene cancer de repente tu cara choca contra un cristal. Te das de bruces quiera o no con una vida que queda en vilo y tú, acompañas esa vida y esa espera. Han sido semanas de pausa, de calma tensa, de olas que te mueven y olas que te marean, de achicar agua entre todos para que no se hunda el barco. Semanas de atender y desatender, de ocuparse de todo porque no se puede hacer nada, semanas de frío en los huesos y muchísimo miedo. Sobre todo miedo.

Estos días he aprendido mucho. De mí, de mis padres, de mi hermano, de nuestra familia, del significado del cariño, del lazo que une el respeto con la dedicación, me he llevado bastante bien con mis fantasmas y he aprendido sobre todo a perdonar. Aún estoy en ello, pero he aprendido a perdonarme, a asumirme y a pedir lo que necesito. Pedir perdón, pedir disculpas, pedir cariño, pedir respeto, pedir compañía y pedir silencio. 

He encontrado grandes personas a mi lado. Grandes que se han hecho más grandes. Personas que han sido una manta caliente en la que poder gritar de rabia, desvariar, llorar y ahogarme. 

Ahora sigo encontrando motivos, sigo encontrando caminos y sigo siendo yo. Poco a poco, ese velo invisible de pausa, ese cristal se ha ido diluyendo. Mi madre ha tenido mucha suerte, y será siempre enferma pero será por un tiempo, y eso me basta. Lo que de verdad me aterrorizaba de esto era la derrota, que mi madre se fuera vencida hacia la muerte. Una muerte y una vida muy peleada, muy sufrida y muy valiosa. Ahora ya no tengo miedo.

Tanto tiempo ha pasado y tantos soplos de suerte. Muchos momentos recuerdo de estos días. Muchos silencios que son cariño. Muchos paseos que son cariño. Muchas llamadas que son cariño. Sé que esto sola no lo habría hecho tan bien, sé que no hubiera encontrado motivos para hacerlo. Tanto tiempo y aún muy débilmente mi valor estremecido comienza a incorporarse. Ya no mido las horas, las semanas, los meses, ya no pienso en no pensar. Y cuando al fin me relajo, encuentro una mesa rodeada de amigos, vinos, jarritas, tercios, pinchos de tortilla. Pastores y lindas amigas, fuego y gente que te invita a nochear, melodías que intentan encontrar su lugar entre los efluvios del alcohol, entre la nube de preocupaciones que flota sobre nuestras cabezas y que el sonido de nuestras voces aleja. Cuando me relajo encuentro los escudos que erigí para protegerme de lo azaroso. Encuentro esos lugares, esos libros, esas personas, y allí me recuesto y me reparo. Allí me encontraréis...

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo