domingo

madrileños por el mundo

Tanto minuto dedicado, cuanta armonía conseguida.
Hay conjuntos perfectos, mezcla de varios que encajan, que charlan y paran el tiempo.

Solo por momentos, uno se altera y rebate, otro se ríe mientras alguien sale de la cocina. Una empanada frente a otra, falafel, lomo y jamón, cerveza, agua del grifo, no se necesita un escenario. Todo avanza.
Es más que una casa, pasas la puerta; un cobijo donde se guardan esos restos de pureza por los que no han pasado las dudas. Allí los ves, pasean y juegan nuestros sueños, unos con otros, se mezclan, se pelean y se enamoran de la vida por venir.
Unos y otros se hablan y se sonríen, se premian y adelgazan sus miedos. Pues es eso, al fin y al cabo; ser feliz es cosa de momentos y el resto, pasajero desagradecido de su patrimonio.

No sé si Anne será mejor que Ramonchu, ni sé si los jóvenes seremos viejos mañana, más o menos sabios que nosotros, necios y sabios que cobramos por horas un tiempo parcial.

Amigos, se que esto es un poco cursi. Quizá sea demasiado, pero siento que hay veces que uno necesita hacer un picnic en su casa.



;) madrileña por el mundo

el gran tute

el gran tute
y la vida al desnudo